Triunfando en las PruebasMuestra

Nuestra esperanza viva en tierra extranjera

Lectura: 1 Pedro 1:1-5

EOAO: 1 Pedro 1:3-4

Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran misericordia y por la resurrección de Jesucristo de los muertos, nos hizo renacer a una esperanza viva, a una herencia incorruptible, inmaculada e imperecedera. Herencia que está reservada en los cielos para vosotros

En el texto

No importa lo que enfrentemos hoy, sean las pruebas que pesan sobre nuestros corazones como anclas en el fondo del océano, o montañas de preocupaciones que parecen inamovibles a pesar de nuestra perseverancia en la fe, no podemos olvidar lo que tenemos gracias a Jesucristo. Gracias a Cristo, hemos recibido un nuevo nacimiento con una esperanza viva, una esperanza que nunca se desvanece ni se acaba, sino que brilla más y más con cada día que pasa.

Cuando aceptamos a Jesús como nuestro Salvador, nuestra identidad se transforma (2 Corintios 5:17), y nuestra esperanza ya no reposa sobre las arenas movedizas de este mundo. En cambio, nuestra confianza proviene de lo que Dios ha hecho por nosotros a través de la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo. Dios, en Su increíble amor, nos concede el privilegio de ser Sus hijos y coherederos con Cristo (Romanos 8:17). ¡Qué increíble herencia nos espera! Mientras caminamos por esta vida, es importante recordar que este mundo no es nuestro hogar. Somos como extranjeros en tierra desconocida.

Esta verdad no solo nos reconforta, sino que nos da fuerzas. Dios, en Su gracia inagotable y a través de la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas, nos ha dado -y seguirá dándonos cada día- la fuerza para permanecer fieles a nuestra fe, sin importar las tormentas, pruebas o persecuciones que se nos presenten. Sabemos que Dios no promete una vida exenta de problemas, pero sí nos asegura Su ayuda para perseverar a través de estos. Estamos anclados, no por nuestra fuerza, sino por Su amor.

Así que, amigo, cuando las presiones de la vida pesan sobre tus hombros, levanta los ojos y mira a Cristo. Recuerda la esperanza viva que tenemos en Él. Mientras el mundo sigue girando a nuestro alrededor, recuerda que nuestro futuro es seguro e imperecedero, no importa lo que venga. Mientras seguimos afrontando los retos de hoy, aferrémonos a esta esperanza viva. Recordemos que solo somos viajeros, que avanzamos por este mundo hacia nuestro hogar eterno (Filipenses 3:20). Dejemos que la esperanza de estar para siempre con Jesús en el cielo alimente nuestra resistencia mientras esperamos Su glorioso regreso.

Oración

Querido Señor Jesús, te agradezco por la esperanza viva que tenemos gracias a Ti. Ayúdanos a fijar nuestros ojos en la herencia eterna que tenemos contigo. Por favor, danos el poder para caminar fiel y valientemente como extranjeros en tierra desconocida mientras esperamos ansiosamente el día en que estemos unidos a Ti en nuestro hogar para siempre. Amén.