¿Contradicciones o complementos?Muestra

« Debemos mezclarnos así como Cristo lo hizo»

El involucramiento reconoce que la iglesia debe actuar y debe liberarse así misma a medida que regresa a su asignación divina de discipular a las naciones. Debemos permitir que Dios libere a la iglesia, para que podamos ser un conducto en el cual, fluya libremente la verdadera libertad de Dios hacia todos los hombres.  

Los cristianos hemos permitido que nos conviertan en un «gueto», siendo empujados a una esquina en donde nos entretenemos mutuamente y principalmente donde demostramos nuestra preocupación por un futuro celestial, sin importarnos el presente terrenal.  Hemos huido del campo de batalla sobre esta tierra, en vez de actuar valientemente y traer el poder de Dios, para que se manifieste en medio del mundo.

La meta puesta por Dios a todo este proceso, es llevar la historia a su plenitud, hacer la unidad del universo por medio del Mesías, de lo terrestre y de lo celestial. Todo ha de quedar sometido a Cristo. El mundo, aplastado por la fuerza del pecado, dejará de existir cuando todo pertenezca a Cristo, o sea, cuando el amor imponga por completo su ley. 

Entonces se habrá restaurado el orden de la creación, ocupando Dios su primacía absoluta. Ya no habrá sitio para el pecado. Siendo ya todo de Dios, el mundo presente, regido por el pecado, dejará de existir, para dar paso a un mundo nuevo, donde reine a plenitud la fuerza del amor. Dios reinará como Padre verdadero y Jesús resucitado, nuestro hermano, será todo en todos. 

El mundo o sistema del hombre, está impregnado de pecado y carece de futuro alguno porque será aniquilado, pero el mundo como planeta es parte de la buena creación de Dios y por ende, objeto del poder transformador de Dios.

El reino de Dios que Jesús anuncia y hace presente, no coincide sólo con la liberación de éste o de aquel mal, de las injusticias, de la opresión o sólo del pecado. El reinado de Dios tiene que abarcarlo todo, mundo, hombre, sociedad. Toda la realidad ha de ser transformada por Dios.