Momentum: Mantener El Agarre En La PalabraMuestra

«Sigue las direcciones de Dios»

Cuando te apasiona algo, lo compartes con quienes están a tu alrededor. El poder de la Palabra de Dios en tu vida, puede ser multiplicado cuando eres obediente para compartir con otros esas palabras de vida, esperanza y ayuda. El éxito en tu vida, alimenta el éxito en otros. Cada vez que me invitan para enseñar, ya sea en un grupo pequeño o un seminario, sobre cómo agarrarse de la Palabra de Dios, no puedo dejar de aceptar. A más oportunidades tengo para compartir mi historia o compartir un versículo con alguien que está desanimado, mayor compromiso tengo, con la vida de atesorar la Palabra de Dios en mi corazón. 

Después de unos años de enseñar como memorizar las escrituras, me preguntaban continuamente, «Nancy, ¿tienes un libro que explique lo que nos has enseñado?» El libro resultó, de un deseo dado por Dios para compartir con otros este increíble hábito que transforma la vida.

Durante el primer año de mi jornada de memorización de las escrituras personal, cuando me comprometí con el Señor a memorizar un versículo semanal durante 52 semanas, aprendí a perseverar a través de los desafíos. Mi meta era estar capacitada para decir todos los 52 versículos al final del año, mi meta era mi motivación. Esa fue la visión que mantuve, antes de comenzar cada semana a aprender un nuevo versículo. 

Bill Parcels, el entrenador de los Vaqueros de Dallas, dijo una vez, «Este año traerá muchos desafíos, pero no entorpecerá la visión». Esa fue mi mentalidad mientras avanzaba en mi primer año de memorización de las escrituras y es la clave para tener consistencia en disciplinar tu vida espiritual o física. 

El pensamiento del todo o nada, es común en aquellos quienes tratan de disciplinarse ya sea con propósito espiritual o físico. Comenzamos una dieta, o un plan de acondicionamiento físico y al primer viso de problemas abandonamos, diciéndonos que comenzaremos el próximo lunes. Desafortunadamente, una semana se convierte en un mes, y antes que nos demos cuenta estamos en un desesperado ciclo de nunca acabar, perder peso y ganar peso, sin alcanzar la meta que nos hemos propuesto. Nos convertimos en gente «debería», «podría», «quisiera»… siempre haciendo excusas y viviendo en remordimientos y lamentos.

Esto se aplica a nuestra disciplina espiritual también, cada vez que aplazamos para el próximo lunes nuestro tiempo de oración, de devocional, de memorización, de lectura de la Palabra, de vivir cada principio que nos es alumbrado a nuestras vidas, entonces nos mantenemos alejados de disfrutar todo lo que tenemos como hijos del Rey.