Alcanza tus Sueños.Muestra

PALABRAS QUE TRAEN VIDA A TU SUEÑO.

De la abundancia del corazón habla la boca, qué importante es que nuestras palabras estén en sintonía con nuestros sueños. En muchas ocasiones estamos creyéndole a Dios por algo, pero con nuestras palabras nos ponemos en desacuerdo con lo que Dios quiere hacer. Si tú le estas creyendo a Dios por tus sueños es importante que empieces a declarar ese sueño, pues si no lo puedes decir con tus labios quiere decir que aún no está en tu corazón. Cuando Dios le dijo que Abraham que sería padre de multitudes lo siguiente que hizo, además de llevarlo a ver las estrellas, es que le cambió el nombre, de Abram (Padre enaltecido) a Abraham (Padre de multitudes) si bien Abraham aún no tenía a Isaac, Dios ya le estaba llamando Padre de multitudes.

Recordemos que la Palabra de Dios es creativa y nosotros determinamos el rumbo de nuestra vida, muchísimas veces con nuestras palabras, por eso la Biblia dice:

“Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre; se saciará del producto de sus labios. La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos" (Proverbios 18:20-21).

Hay un fruto en nuestras palabras, las palabras producen, por eso dice que nos llenaremos del producto de nuestros labios.

Llamar las cosas que no son como si fueran produce fe, cada vez que lo escuchamos, cada vez que lo declaramos estamos creando. Nuestras palabras revelan la fe de nuestro corazón. Aprender a hablar bien, de acuerdo a lo que la Palabra de Dios dice, es fundamental para alcanzar nuestros sueños.

Toma un minuto para pensar, ¿cómo has estado hablando? Tus palabras, ¿van de acuerdo a tu fe? Si la respuesta es no, habla con Dios para pedirle perdón y dispón tu corazón a hablar bien, hablar de acuerdo a sus promesas. Hablar en fe no es negar la realidad, más bien es estar por encima de ella.

Las circunstancias podrán gritar una realidad, sin embargo, nuestras palabras pueden hablar la verdad de Dios y eso aplasta cualquier realidad por imposible que sea.

Pídele a Dios una palabra específica para tu sueño y todos los días declárala. No te permitas hablar en contra de tus sueños, pues al final comeremos el fruto de nuestros labios.