Cara a Cara Con Jesús - Una Meditación Para La CuaresmaMuestra

Los ricos y el reino de Dios son un enigma del tamaño de Dios. Con todas sus posesiones, no necesitan la intervención ni la providencia de Dios. Ser rico según los criterios del mundo no equivale a ser rico en el Reino de Dios. Esto significa que cada persona con riquezas tiene que llegar a un punto en el que se dé cuenta de que todo lo que tiene es de Dios y que ha sido bendecida para ser de bendición. Todo lo que tenemos es de Dios, incluso la capacidad de hacer crecer nuestra riqueza, de ganar y acumular, todo es una bendición de Él. Cuando separamos a Dios de nuestra forma de entender la riqueza, ahí radica el problema. La ambición egoísta, la avaricia, el acaparamiento y el orgullo son algunos de los pecados que se infiltran.

Jesús nunca dijo que el dinero fuera malo. Dijo que el "amor al dinero" era la raíz del mal. Enseñó mucho sobre el principio de no acumular tesoros en la tierra sino en el cielo. Una manera de hacerlo es ser generosos con lo que tenemos. Las personas con necesidad y con menos posibilidades están a nuestro alrededor. Es hora de que encontremos la manera de ser una bendición para ellos.

Hazte las siguientes preguntas:

¿Me considero rico según los criterios del mundo o según los del Reino de Dios?

¿A quién puedo bendecir hoy?