Cara a Cara Con Jesús - Una Meditación Para La CuaresmaMuestra

Es extraño que esta mujer sea arrastrada hasta Jesús para que Él la juzgue públicamente por una multitud de personas que estaban lejos de ser perfectas. La mujer debe haber estado temblando de vergüenza y culpa cuando Jesús le quita el foco de atención agachándose y escribiendo algo en el suelo. Pidió que las personas libres de pecado que estaban entre la multitud comenzaran a apedrearla. Una a una las personas se escabulleron de allí dejando solo a la mujer. Jesús la absuelve, pero no lo hace sin una condición: "Vete y deja esa vida de pecado”. Jesús era la personificación de la gracia y la verdad. No condenaba a nadie, pero no evitó condenarles. El Espíritu Santo hace lo mismo hoy. El Espíritu Santo también nos mantendrá alejados de ser hipócritas y juzgadores alertándonos de esas tendencias pecaminosas y llevándonos al verdadero arrepentimiento.

Hazte las siguientes preguntas:

¿He estado juzgando a los demás?

¿Puedo comprometerme a no juzgar a los demás y a mirar más de cerca mi propia vida?