Cara a Cara Con Jesús - Una Meditación Para La CuaresmaMuestra

Los leprosos eran considerados ceremonialmente impuros según la ley judía. También eran marginados sociales a los que se daba alojamiento fuera de los límites de la ciudad. Cuando estaban cerca de gente normal, tenían que gritar "impuro, impuro" para alertar de su presencia. ¡Qué existencia tan triste! Sin embargo, cuando Jesús vino a la tierra y empezó a ministrar a la gente, no se limitó a reconocerla, sino que la tocó y la curó. Leíste bien, los TOCÓ. No le importó que pudieran tener llagas abiertas y supurantes. No le importó que pudieran ser contagiosos.

Los tocó con compasión y amor genuino. Es hermoso cómo aborda la duda de este leproso que le preguntó si estaba "dispuesto" a curarle respondiendo que "¡Él estaba dispuesto!

Nuestra impureza, cualquiera que sea, no aleja a Jesús. Él está más que dispuesto a encontrarte justo donde estás y tocar tus heridas supurantes, rotas y apestosas para sanarte y restaurarte a la totalidad otra vez. Depende de si eres lo suficientemente vulnerable como para abrirte a Él.

Hazte las siguientes preguntas:

¿Hay alguna parte de ti que sabes que es impura?

¿Llamarás a Jesús y le invitarás a entrar en tu dolor?

¿Le permitirás que toque las partes intocables de tu vida?