El niño que es SeñorMuestra
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El ángel dijo: “No teman, porque les traigo buenas nuevas de gran gozo” (Lucas 2:10[a]). La buena noticia de Jesús es personal; al hablar a los pastores, el ángel se dirige a “nosotros”. El cristianismo no es sólo una religión mundial o una visión del mundo; es la verdad sobre Jesucristo que cambia vidas, salva almas y altera la eternidad. El Evangelio se basa en hechos históricos, pero es mucho más que información interesante e inspiradora. El nacimiento de Jesús tiene implicaciones enormes y reales para la vida: tu vida, mi vida y “para todo el pueblo” (Lucas 2:10[b]). Todos necesitan oír que ha venido un Salvador, que es para ellos y que los ama.
Lo que pensamos de Jesús determina cómo vivimos, cómo sufrimos y, en definitiva, cómo morimos. Jesús no nos garantiza que todo nos irá bien en esta vida. Pero, ¿qué pasa si sabemos que pertenecemos a Dios, y sabemos que todo irá bien al final? Estamos aquí por Dios. Somos conocidos por Dios. Somos amados por Dios. Si pertenecemos a Jesús, Dios está presente con nosotros. Él nos cambia. Puede identificarnos y consolarnos en nuestro sufrimiento porque él ha sufrido. Y cuando muramos, él estará allí. Le veremos cara a cara, y enjugará todas las lágrimas de nuestros ojos.
El ateo debe justificar su existencia en un universo frío y vacío regido por la supervivencia del más fuerte. El deísta debe conciliar el hecho de que Dios existe, pero no le importa o no tiene poder para hacer frente al sufrimiento de nuestro mundo. El panenteísta y el panteísta no pueden condenar con razón el mal, ya que todo está unido en uno. El teísta imperfecto debe esforzarse por hacer lo imposible y complacer las exigencias perfectas de Dios.
El cristianismo ofrece la esperanza de una buena noticia: ha nacido un salvador, llamado Cristo el Señor. Tenemos una necesidad real y un salvador real, y él es EL ÚNICO que puede salvar de verdad.
Al oír hablar del nacimiento de Jesús, esto es lo que hacen los ángeles: “De repente apareció con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales, alabando a Dios y diciendo: ‘¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace!’”. (Lucas 2:13-14) Los ángeles moran eternamente en presencia de Dios, cantando Su bondad y Su gracia. Cuando descubren que por fin se han cumplido las tan esperadas promesas, lo celebran.
A María no se le escapa nada de este júbilo. Ella “atesoraba todas estas cosas, reflexionando sobre ellas en su corazón” (Lucas 2:19). Ya había cantado antes en el libro, pero aquí está simplemente abrumada. Tal vez se dio cuenta de que el salvador, el rescatador, el héroe, el libertador, el matador de dragones, el dador del reino estaba allí, en su presencia. Emmanuel está con ella, en sus brazos, y es su hijo. Su corazón rebosa de serena alegría.
Los pastores se alejan de la escena “glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto” (Lucas 2:20). El salvador está aquí, ha llegado la esperanza para el mundo, y ellos han contemplado su rostro. Cantan y celebran con alegría y gozo porque Jesús es una buena noticia.
La buena noticia de Jesús es para todos, incluidos nosotros. Y nuestra respuesta debe ser meditar este regalo en nuestro corazón, como María, y cantar con la boca como los ángeles y los pastores. ¡Gloria a Dios en las alturas!
Reflexión:
¿De qué manera muy práctica deberías responder con alegría a la buena nueva sobre Jesús?
Escrituras
Acerca de este Plan
Cada Navidad, el mundo entero se detiene para celebrar el nacimiento de la persona más importante en la historia del mundo: ¡Jesucristo! En el devocional diario “El niño que es Señor”, estudiaremos los grandes detalles que rodean esta entrada de Dios en la historia de la humanidad, que cambió vidas, alteró la historia y salvó almas, tal como se registra en Lucas 1-2.
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Nos gustaría agradecer a Mark Driscoll por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://realfaith.com/