La Vida En El Reino De DiosMuestra

“El arrepentimiento en el reino”

La palabra arrepentimiento, es indispensable para ingresar al reino de Dios, se encuentra vinculada con los propósitos de Dios para los seres humanos, quienes se han extraviado del camino recto y de los eternos propósitos de Dios para sus vidas, y que ahora necesitan regresar a Dios para vivir de acuerdo a sus propósitos, de una manera diferente. Para ello, existe el reino de Dios, para vivir allí y lograr reconectarnos con Dios. 

La conversión según las Escrituras, se hace evidente, efectuando diferentes cambios.

Cambio de mente  

Es efectuar una labor profunda y consistente de cambio en todo lo que se relaciona con la clase de pensamientos y memorias que se han cultivado a lo largo de los años; pensamientos que son malos y negativos debido a que fuimos improntados por diseños fuera del orden de Dios.

Cambio de parecer 

Estas son las ideas que se adhieren al entendimiento, debido a las experiencias y conocimiento que adquirimos en todas las etapas de nuestra vida y determinan nuestra forma de percibir los hechos. 

Cambio de actitud 

Es la forma como decidimos asumir los asuntos de la vida y cómo respondemos ante ellos.

Cambio de dirección

Son los patrones de comportamiento y conducta, relacionados con hábitos desagradables, que determinan la clase de vida que tienen las personas. Malos hábitos, traen una mala vida. Buenos hábitos, producen una buena vida.  Eso es precisamente lo que Dios quiere que se manifieste en la vida de los seres humanos. 

Parte del propósito, por el cual Dios envió a su Hijo, es para proveer el medio por el cual, el ser humano, no solo llegase a experimentar la seguridad de la vida eterna, sino también la vida plena y abundante que Él ofrece.

Arrepentimiento, es la demanda primordial que establece el mensaje del reino, así lo vemos en la proclamación que hace Juan el Bautista, al preparar el camino del rey, y luego lo reitera el mismo Cristo, al iniciar oficialmente su ministerio público.

El arrepentimiento al que apela el mensaje del Reino, no es un sentimiento de culpa, ni penitencia religiosa, ni tampoco un remordimiento por las cosas malas que hayamos cometido; sino un cambio de mentalidad, cambio de actitud, para que nuestra forma de pensar esté alineada a los principios, leyes y valores que el Evangelio del Reino de Dios proclama.