La Vida En El Reino De DiosMuestra

“Salvación y conversión en el reino”

La salvación no se debe entender, como ser librados del infierno para ser llevados al cielo; o una operación de rescate donde, aquellos que se han de salvar serán sacados de este mundo. La salvación, se revela en términos de transformación. 

Salvarse no significa que seamos apartados de este mundo, sino que Dios mismo viene a este mundo para salvarlo, transformándolo en la plenitud de su diseño para que cumpla su propósito eterno. Se trata de una integral, completa y estructural transfiguración y revolución de la realidad de los seres humanos. 

La salvación es instantánea, pero se puede estar toda una vida salvado sin desarrollar la conversión. Salvación, es un acto de la justicia, que por el amor y la gracia de Dios, es aplicado en nuestras vidas instantáneamente.

La conversión, es el paso después de la salvación. La progresión en la conversión dependerá de cuánto estemos dispuestos a ser convertidos a la verdad de Dios. Es posible ser salvados, operar en algunos dones, tener la seguridad de la vida eterna, pero nunca manifestar la cultura del reino de Dios. Nuestra tarea es someter nuestra voluntad, a la voluntad de Dios, eso es conversión. 

Pablo reconoció que toda su manera de pensar estaba equivocada por completo, él necesitó salvación y luego conversión. Todo nuestro conocimiento, lo que pudimos haber hecho no sirve, porque está en el árbol del conocimiento de la ciencia del bien y del mal, pero si queremos comer del árbol de la vida, tenemos que comenzar desde el principio. Mucha gente sigue defendiendo la cultura de su nación, posiciones sociales, filosofía, cultura familiar, etc., porque su mente no está convertida a la verdad de Dios.  

Si nos vamos a convertir al reino de Dios debemos partir de esta premisa: “Con nuestra vieja manera de pensar, no podemos entrar a disfrutar las realidades del reino”. Lo que es nacido de los pensamientos humanos, de su razonamiento, y su filosofía, es carne; no se puede funcionar en el reino cuando los pensamientos, no tienen origen en él, ya que, para disfrutar el reino es menester estar convertido a él. 

Tanto la salvación como la conversión son una obra de gracia, pero la conversión depende, de cuánto estemos dispuestos a someter nuestra voluntad y nuestros pensamientos a la voluntad de Dios y a su palabra revelada. Por eso, vemos gente natural, carnal y espiritual dentro de las congregaciones, donde entre ellos y con ellos, Dios forma su iglesia.