La Vida En El Reino De DiosMuestra

“Nacer de nuevo para ver y entrar al reino”

Jesús habla con Nicodemo, un docto en las Escrituras, y personaje influyente en la política de Israel en esos tiempos, que lo más importante, no es tener mucho conocimiento, sino ver el reino. El requisito primario, para ver y entrar en el Reino, es nacer de nuevo. Durante el embarazo, el feto en el vientre de la madre, es hijo, pero cuando nace en el momento del alumbramiento, ese hijo puede ver el mundo donde a partir de ese momento va a vivir. Puede disfrutar a sus padres, su habitación, sus juguetes, su alimento, todo lo que está preparado para que crezca en el mejor ambiente. Espiritualmente, necesitas nacer de nuevo, para entrar a ese precioso reino que Dios tiene preparado para ti, y puedas disfrutar de una relación íntima con tu Padre Celestial. 

No se nace de nuevo, únicamente para cambiar la forma de hablar, forma de vestir, forma desordenada de vivir; sino que es necesario entender y aplicar las verdades del reino en todas las áreas de la vida. Es ver el gobierno de Dios, ver cómo el Señor gobierna las cosas, las administra; cómo actúa, cómo se manifiesta, para que operemos en el mismo orden. 

Siguiendo el ejemplo del niño, en el vientre de la madre, recibe el alimento por medio del cordón umbilical, que es muy útil en esa etapa de la vida, pues de otra manera no se puede desarrollar. Sin embargo, cuando nace, se corta el cordón umbilical, la alimentación del bebé se hace ahora vía oral. La leche materna, es el alimento propicio para los primeros meses de vida, después de nacer, pero no para otra etapa de la vida. 

No hay nacimiento en el reino sin oír el llamado a la salvación, renunciar al pecado y volverse, del pecado a Cristo el Señor. Pero igualmente, no hay crecimiento en el reino, sin obediencia a los mandamientos de Jesús y sin acatar, como un discípulo que actúa con la sencillez de un niño, la enseñanza de la Palabra de Dios. En esta etapa de crecimiento, la leche materna se reemplaza por alimento sólido, que lleva al hijo a crecer y manifestar la vida de Cristo.

Así que, nacer de nuevo no es remendar, regenerar o reprimir al hombre viejo, viciado con sus pensamientos errados, deseos y pasiones desordenadas; sino desarrollar al hombre nuevo, que ha sido dado en la naturaleza divina, de la cual somos participantes.