40 Días de AdoraciónMuestra

Creo que a menudo olvidamos cuán poderosos son nuestros pensamientos. Son poderosos primero porque afectan nuestras decisiones, emociones, conversaciones y acciones; y segundo porque están bajo nuestro control. Podemos elegir en qué nos enfocamos. Eso significa que incluso en medio del caos, la confusión y la locura de la vida, podemos tener una gran influencia en nuestro mundo simplemente eligiendo la positividad sobre la negatividad.

La simple oración “Jesús, gracias” es una forma de reclamar esta autonomía. ¿Por qué? Porque cambia tu enfoque de las cosas malas que te rodean hacia el buen Dios al que sirves. Siempre puedes encontrar razones para desanimarte o quejarte. Pero si te detienes, reflexionas y oras, encontrarás aún más razones para agradecer a Jesús por lo que ha hecho, está haciendo y seguirá haciendo.

El Salmo 100:4 dice: “Entren por sus puertas con acción de gracias; vayan a sus atrios con alabanza. Denle gracias y alaben su nombre”. Esto es un recordatorio para recalibrar tu actitud en la presencia de Dios. Desde el momento en que te acercas a Él en oración, comienza a cambiar de quejarte a confiar, y de temer a tener fe. Esto no significa que nunca debas orar por lo que está mal o lo que necesitas. Como vimos anteriormente, “Jesús, te necesito” es una oración poderosa y oportuna. La gratitud no se trata de ignorar las cosas malas, sino de ver el panorama más amplio. Se trata de notar lo bueno, así como lo malo, e incluso lo bueno que está oculto en lo malo.

Estoy seguro de que hay mañanas en las que te despiertas sintiéndote nublado y abrumado, pero practicar la gratitud y la alabanza puede romper ese enfoque negativo y devolver la bondad y la presencia de Dios al centro de tu mente. La gratitud tiene una forma de interrumpir rápidamente el ciclo negativo de desesperación al que tu cerebro podría estar acostumbrado. Restaura tu capacidad para elegir tu actitud y cambia tu enfoque hacia tu día.

Hoy, comienza tu tiempo de oración con una simple expresión de gratitud y alabanza. Inhala, diciendo: “Gracias, Jesús”, y exhala, diciendo: “Señor, te alabo”. Luego personaliza la oración. “Jesús, gracias por ”. Llena el espacio en blanco con tantas cosas como puedas pensar, y observa cómo tu mente se aclara, tu corazón se tranquiliza y tu rostro comienza a reflejar la alegría del Señor.

Preguntas para Reflexionar

1. ¿Cómo puede elegir estar agradecido y ofrecer alabanza cada mañana transformar tu corazón y espíritu?
2. ¿Hay momentos o situaciones particulares en los que elegir la gratitud te parezca especialmente desafiante?
3. ¿Por qué estás agradecido hoy?