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¿POR QUÉ NECESITO SILENCIO Y QUIETUD?Muestra

¿POR QUÉ NECESITO SILENCIO Y QUIETUD?

DÍA 4 DE 5

EL SILENCIO AQUIETA NUESTRA ALMA PARA AGUARDAR LA PROVISIÓN DE DIOS

Recuerdo cómo en una ocasión de gran desesperación le contaba a una amiga sobre mi queja y dolor. Ella me escuchó muy atentamente, con paciencia, pero al mismo tiempo, podía intuir cómo escuchaba la información para luego exhortarme con la Palabra. Sus ojos me leían, pero también su corazón de anciana. Cuando terminé, me dijo: «Por lo que recuerdo, tú no eres Dios, ¿o me equivoco?» ¡Puedes imaginar mi reacción! Estaba contrariada, tuve que tragarme mi llanto porque no era la respuesta que esperaba.

Claro, después de hacerme esa pregunta me abrazó fuerte a manera de consolarme, pero su mirada fue firme y reiteró: «¿Si sabes que no eres Dios?» En mi mente, respondí con un «¡Obviamente!» Pero ella prosiguió. Todo el tiempo estamos planeando, haciendo muchas cosas, decidiendo con certeza de que Dios aprueba todo lo que pensamos y hacemos casi sin esperar Su respuesta. Nos convencemos de que nuestras actividades cotidianas son nuestras y solo lo imposible es para Dios. Eso es una gran mentira. Pues nada podemos hacer sin Él y mucho menos para agradarlo si no lo tomamos en cuenta.

Mi queja sobre lo que no había salido como yo quería, a pesar de que había hecho todo correctamente, hasta había orado, terminó siendo una queja insensata cuando mi amiga me explicó lo glorioso y soberano que es Dios. Seguramente, Habacuc entendió eso cuando exclamó que, ante toda queja por la disciplina del Señor al pueblo de Israel, este debía sencillamente callar, hacer silencio. Él es Dios, Él hace como quiere (Job 23:14). Mi amiga me dirigió al arrepentimiento y a un tiempo de búsqueda en silencio con el Señor. No fue fácil, llevaba conmigo un tumulto de insatisfacciones por el resultado de los hechos que no pude resolver hasta que no me arrepentí de mi iluso control.

Nos cuesta hacer silencio delante de Dios y estar quietas sin distracciones porque aún creemos que tenemos el control de algo y que no tenemos necesidad de la instrucción de Dios, incluso en las decisiones diarias que tomamos. Se vuelve difícil cultivar esta disciplina cuando nos creemos dueñas de todo lo que hacemos en vez de ir cada día con el dueño de nuestra vida para que la dirija de acuerdo a su voluntad. El Señor está sentado en su trono, reinando soberana y providencialmente para el bien de Su pueblo y la gloria de su nombre, y al mismo tiempo está tan cercano a nosotras en la unidad que tenemos con Él por medio de Cristo. Él está presente.

  • Aprende: ¿Por qué te es difícil estar en silencio delante de Dios?
  • Vive: Lee Zacarías 2:13 junto con Salmos 46:10. ¿Qué similitudes encuentras en la orden de callar? ¿Qué hará el Señor? Lee Zacarías 9:9. ¿A quién se refiere este versículo? ¿Cómo puedes ejercitar dominio propio en tus decisiones y actividades para confiar que, si Dios ha provisto de un Salvador, también proveerá para todas tus necesidades por grandes o pequeñas que sean? Ora al Señor para terminar.
  • Lidera: Si te identificas conmigo, busca a una amiga que te acompañe a orar por ti y te ayude a perseverar en esta disciplina espiritual.

Oración

Querido Señor, ayúdanos a esperar en ti. Te buscaremos porque te necesitamos. Aprenderemos a esperar por ti en el silencio y en la quietud de nuestros pensamientos para caminar en paz, descanso y sabiduría. Cuando flaqueemos, levántanos. Cuando olvidemos, recuérdanos. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, amén.

Escrituras

Día 3Día 5

Acerca de este Plan

¿POR QUÉ NECESITO SILENCIO Y QUIETUD?

El silencio y la quietud son disciplinas espirituales que callan nuestros impulsos naturales de controlar y hacer.

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Nos gustaría agradecer a Reformadas por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.reformadas.com/