Nuevos días, antiguos demonios: Un estudio de ElíasMuestra

¿Están activos hoy los espíritus de Elías, Acab y Jezabel?

En medio de una decadencia oscura y demoníaca, un hombre entró en el escenario de la historia saliendo de su previo anonimato. No se nos habla de los padres de Elías, ni de su crianza, educación o cualquier otra cosa. Todo lo que se nos dice es que era de “Tisbe en Galaad”. Al parecer, Tisbe es una ciudad antigua tan pequeña que, a día de hoy, no sabemos con exactitud dónde estaba. Elías empezó siendo literalmente un don nadie salido de la nada. Su nombre significa: “Mi Dios es Yahvé”. Era un montañés rudo y tenía toda la pinta de serlo.

Un hombre de pocas palabras, él deja claro que se está gestando una batalla entre el poderoso demonio Baal, adorado por el rey Acab, y el Único Dios Verdadero. Elías profetiza que no lloverá durante tres años, hasta el momento en el que él orará a Dios para que vuelva a llover.

A lo largo de su ministerio, Elías estuvo apartado del resto de la sociedad, en soledad. Hay una gran diferencia entre aislamiento y soledad. El aislamiento es malo para nosotros, ya que estamos evitando a las personas y las circunstancias a las que Dios nos ha llamado, lo que nos causa malestar porque no es bueno estar solo, como dijo Dios. La soledad, sin embargo, es cuando nos separamos de la gente durante un tiempo para poder estar presentes con Dios de una manera más centrada y menos distraída. Esto es precisamente lo que hacía Elías: no estaba solo, estaba a solas con Dios, lo cual es clarificador, sanador y fortalecedor. En los cuatro evangelios se nos dice en numerosas ocasiones que Jesús “se retiraba” a menudo de las multitudes. Lucas 5:16 (NVI) dice: “Él [Jesús], por su parte, solía retirarse a lugares solitarios para orar.”

Durante estos tiempos, Dios sostuvo sobrenaturalmente a Elías. Al igual que a los israelitas que vagaron por el desierto durante cuarenta años, Dios le proporcionó pan. Sin embargo, con el tiempo, la falta de lluvia hizo que incluso el arroyo del que bebía Elías se secara, ya que la crisis había golpeado a la nación bajo el juicio de Dios. Esta es una crisis completa, ya que toda la nación está bajo el juicio por el pecado como un recordatorio de la maldición universal bajo la cual todos están a causa del pecado. Una persona puede pasar algunas semanas sin comida, pero solo algunos días sin agua, especialmente en un clima desértico. Todo, desde los cultivos hasta los animales y las personas, moriría lenta y dolorosamente. Dios es paciente, pero su juicio es certero. Durante todo este tiempo, el rey Acab no se arrepintió, y por eso no llovió.

En algunos momentos de nuestra vida, a todos se nos seca el arroyo. El negocio que nos pagaba cae en quiebra, la iglesia que amábamos se desmorona, el matrimonio con el que nos comprometimos llega a su fin, la ciudad en la que hemos vivido ya no es más nuestro hogar, etc.

Lo más sorprendente de Elías es que era una persona común y ordinaria a la que Dios utilizó de forma extraordinaria. Elías no era un superhéroe con poderes especiales, sino un simple mortal como el resto de nosotros. Santiago 5:17 (NTV) dice: “Elías era tan humano como cualquiera de nosotros; sin embargo, cuando oró con fervor para que no cayera lluvia, ¡no llovió durante tres años y medio!”. En la próxima sección, veremos cómo ocurre este milagro.

Reflexión:

¿Cuándo se ha secado tu arroyo? ¿Cómo respondiste y qué puedes aprender de la respuesta de Elías cuando se secó su arroyo?