[La sabiduría de Salomón] Estoy enojado contigoMuestra

Yo elijo nuestro matrimonio

La esposa de Salomón lo había estado buscando por todas partes. Acudió a sus amigas en busca de ayuda, y ahora ellas querían ayudarla. Ella recuerda todas las cosas buenas de su marido. Mientras les cuenta a sus amigas lo excelente que él es, le viene a la mente con exactitud dónde está. Había ido al huerto; ese era su lugar de trabajo. No se fue al bar con sus amigos a quejarse. Volvió a trabajar para darle a ella, y a él mismo, tiempo para procesar lo que había pasado hasta que ella estuviera lista para hablar.

El conflicto necesita tiempo para procesarse. Hay algunas cosas que puedes manejar muy rápido, pero hay otras en las que puedes decir: «Sabes qué, démosle un poco de espacio a esto. Dejemos que las emociones se enfríen». A medida que la historia continúa, él está apacentando entre los lirios, recogiendo flores para ella. Esta es una enorme declaración de compromiso. Una declaración que dice: «Yo soy de mi amado, y mi amado es mío». Todavía no se habían reconciliado, pero ella sabía que él estaba comprometido con ella.

No había una puerta trasera por donde escapar. No solo estaban viviendo juntos, estaban casados. Habían hecho un compromiso de pacto el uno con el otro. No sacaban a tema el divorcio durante las discusiones. Había una base de compromiso sobre la cual ponían sus conflictos. Cuando abordas el conflicto desde una perspectiva de compromiso, lo que genera es seguridad. No tenían miedo de cómo resultarían las cosas, porque ambos sabían lo fuerte que era la base.

Durante el conflicto, deben recordar elegirse el uno al otro. Rindan su orgullo, personalidad y preferencias, y colóquenlos sobre el compromiso que hicieron el día de la boda: el día en que los dos se hicieron uno. Elijan responder al conflicto. Pueden elegir simplemente atravesar el conflicto o, de hecho, crecer a través del conflicto. Cuando recuerden los compromisos que se hicieron el uno al otro, pueden comenzar a decirse que ciertas cosas no son «la gran cosa». Echen tantas cosas como sea posible en el cubo de «eso no es la gran cosa» con base en el compromiso que hicieron al decir que harían a un lado su orgullo y sus preferencias por su amado(a). Si no echan muchas cosas en ese cubo o no se eligen el uno al otro por encima del conflicto, entonces las pequeñas zorras de la viña se comerán el huerto que están construyendo juntos. Cuando piensas así, no tienes que cuestionar a tu cónyuge, pelear por cosas innecesarias o potencialmente perder a tu cónyuge por ganar la discusión. En cambio, recuerdas: «Yo soy de mi amado, y mi amado es mío».