[La sabiduría de Salomón] Estoy enojado contigoMuestra

Amigos del alma

Cuando discutas con alguien, a quién recurras justo después de esa pelea dirá mucho sobre ti. ¿Acudes a alguien que alimenta tu ira y aviva la llama? ¿O vas con alguien que te enfría? A veces necesitaremos hablar con alguien, pero siempre deberemos tomar con sabiduría cualquier consejo que se nos dé.

En este pasaje, Salomón se alejó para interponer un poco de espacio y tiempo, y ella trató de encontrarlo. Le pide ayuda a las «doncellas de Jerusalén», pero luego le preguntan: «¿Qué es tu amado más que otro amado?». Quieren saber lo que ella ve en él. Ellas no lo ven y están convencidas de que él no la merece. La esposa de Salomón tenía muchas opciones, pero eligió el mejor camino. Podría haber alimentado el escepticismo de las doncellas y haber pasado la noche criticando a su marido; en cambio, hizo algo diferente: lo alabó. Dijo que Salomón era como ningún otro. Su cabeza como oro finísimo. Sus cabellos crespos, negros como el cuervo. Sus ojos, como palomas (lo cual significa que eran apacibles). Sus labios, como lirios que destilan mirra fragante (lo cual significa que lo que decía era agradable). Su físico no tenía igual. El hombre tenía los músculos marcados y había estado haciendo todas sus sentadillas. Cuando Salomón entraba en una habitación, ella describió su presencia como imponente y majestuosa, como los cedros del Líbano. Ella no lo criticó. En cambio, recordó su dulzura y lo deseable que era. Salomón no era solo un amante, sino también un amigo.

El punto es este: cuando surge un conflicto, debes recordar todas las cosas excelentes de tu cónyuge. Tu carne quizá quiera hablar mal de él, pero como creyente, el Espíritu Santo dentro de ti quiere recordarte todo lo que tu cónyuge es. Al comienzo del conflicto, debemos elegir el mejor camino. Tenemos que predicarnos a nosotros mismos lo mucho que realmente amamos a nuestro cónyuge. No podemos permitir que alguna cosa tonta, orgullo o preferencia se interponga en el camino del amor sacrificial que hemos sido llamados a prodigarle. Debemos tener cuidado, especialmente al comienzo de un conflicto, si queremos cambiar la situación. Debemos recordar que los ladrillos pequeños construyen grandes muros y que las pequeñas fugas hundirán grandes barcos. En lugar de derribar a nuestro cónyuge, debemos alabarlo. El enemigo quiere que nuestro matrimonio sufra. Jesús quiere ser glorificado en nuestro matrimonio. Elige el mejor camino.