Investigando a JesúsMuestra

Todos necesitamos un bocado de pastel de humildad de vez en cuando, y hoy vemos dónde Jesús sirvió un trozo.

Hay momentos en los que todos necesitamos (y a veces obtenemos) un trozo del pastel de humildad: como para que entendamos cuál es la realidad. Necesitamos que las personas más cercanas a nosotros nos recuerden: cuando la forma en que nos presentamos muestra que creemos que somos mejores que otras personas, nos estamos desviando.

Todos conocemos a personas que parecen elitistas o arrogantes, pero cuando somos nosotros, puede ser una píldora difícil de tragar. Es difícil cuando alguien nos dice algo como:

"Parece que compartiste tu opinión como si fuera un hecho, y creo que molestó un poco a algunas personas, mandando un mensaje equivocado".

"¿Notaste que no hiciste contacto visual con nuestro servidor ni dijiste gracias?".

“Cuando estabas hablando con el grupo, parecía más exigente que solicitado”.

Es difícil escuchar cosas así, pero todos lo necesitamos de vez en cuando.

En Lucas 18, Jesús comparte una parábola sobre dos personas: uno era un líder religioso, un fariseo, que conocía y trataba de vivir de acuerdo con todas las leyes de Dios; El otro era recaudador de impuestos, una ocupación conocida por robar a la gente.

El fariseo parece salirse de su camino no solo para declarar públicamente lo asombroso que es, sino para poner al recaudador de impuestos en su lugar. Él dice: ¡Dios, quiero agradecerte públicamente que no soy como ese tipo! Contraste eso con el recaudador de impuestos, que dice: ¡Dios me ayude! ¡Soy un pecador! Jesús nos dice cuál tenía la mejor perspectiva, y es bastante obvio quién era.

Pero el golpe en el estómago vino cuando Jesús les dio el significado de la parábola a Sus oyentes... y estos eran oyentes que necesitaban oírlo. Eran personas que pensaban que eran mejores que los demás. Pensaron que sus opiniones, su forma de hacer la vida, era la única manera de agradar a Dios. Esto es lo que dijo Jesús: “Todos los que se enaltecen serán humillados, y los que se humillan serán ensalzados”.

Aquí están las buenas noticias: cuando pensamos demasiado en nosotros mismos, la mayoría de las veces es solo temporal. No pasará mucho tiempo antes de que seamos humildes, cuando volvamos a la tierra. La pregunta es... ¿somos lo suficientemente sabios como para quedarnos ahí?

“Padre Celestial, ayúdame a recordar que todos tienen el mismo valor, independientemente de la posición, el estado financiero o cualquier otra cosa. Todos te necesitamos por igual, incluyéndome a mí, amén".

Lee los capítulos 19 y 20.