Tantos Destinos. ¿A Dónde Ir?Muestra

¿De qué nos estamos llenando?

Es cierto, Dios coloca un sueño, propósito o metas en nosotros, y eso nos entusiasma, pero nos olvidamos de que también somos parte de eso y de que demanda mucho cuidado, responsabilidad y disciplina.

En Daniel 1:8 encontramos la frase: “propuso en su corazón”, la cual, a la luz del Antiguo Testamento se observa que era utilizada mayormente para referirse al centro de raciocinio o de la voluntad. Otro término importante es “contaminarse”, que significa ensuciarse. En la época de Daniel la comida era parte de la lealtad a la religión, en consecuencia, cuando Daniel propuso en su corazón no contaminarse implicó mantenerse firme en sus principios con integridad, como también una decisión sumamente difícil, ya que esto podría contraer consecuencias negativas, como la muerte a causa de la desobediencia a la orden real.

Para comprender mejor esto, fijémonos en un auto. ¿Qué sustancia requiere para que funcione bien? Combustible, claramente. Entonces, ¿qué pasaría si vertiéramos un poco de Coca-Cola en el tanque de combustible? Al agregar la Coca-Cola se contaminaría el combustible, por lo que, probablemente, se dañaría el motor del auto. Lo mismo ocurre con nuestra mente y el corazón; mientras más los llenemos de miedo, ideas o verdades fuera de lo que Dios realmente dice y anhela para nosotros, más nos contaminaremos.

Si nos fijamos en este pedacito de la vida de Daniel, vemos que era, simplemente, un joven, quizás con muchos sueños y metas; pero de un día a otro fue llevado a otro país, lejos de su familia y de lo que hasta ese momento le era conocido. Frente a tal muro, lo más probable y lógico es que pudo haber llenado su corazón de odio, rabia, miedos y quién sabe qué más. No obstante, Daniel “propuso en su corazón no contaminarse”.

Él no ignoró la realidad ni el dolor por el que estaba atravesando, pero sí decidió cuidar de su mente, su corazón y su físico, a pesar de que todo parecía estar en su contra. Con el tiempo, Dios lo recompensó y todo encajó en su lugar. Cada pedacito de esta dura historia, Dios lo puso en su lugar y todo empezó a cobrar sentido.

¿Qué aprendemos con esto? Primeramente, que todo empieza con una decisión. El corazón es el centro de comando de las intenciones, por ello, debemos cuidarlo; además, los sueños que llevamos dentro son influenciados directamente por nuestro propio corazón sus intenciones. Segundo, aprendemos a ser fieles, ya que la vida no es fácil. Nos encontramos en medio de un mundo corrompido y, por si fuera poco, con diversos muros, lo cual conlleva que constantemente decidamos a qué o a quién serle fiel, como también de qué llenarnos.

Piensa y ora

- ¿Cuáles son las intenciones verdaderas de mi corazón?

- ¿De qué me estoy llenando?