Tantos Destinos. ¿A Dónde Ir?Muestra

Tantos destinos

Constantemente enfrentamos muros que, básicamente, son aquellas situaciones o circunstancias que nos hacen dudar de todo y, por lo general, también hacen que perdamos el norte. Por ende, de allí en más no sabemos cómo seguir con nuestras vidas.

Los muros se presentan durante toda la vida y en diversas formas, como por ejemplo: la elección de una carrera, un trabajo, la persona con quien pasar el resto de nuestras vidas, las metas nuevas a fin de año, como también la pérdida de un ser querido, etc.

Los muros nos causan náuseas. Es feo estar allí y tener como compañera de sala de espera a la señora incertidumbre y al señor miedo, pero los muros tienen un propósito. Es importante recordar que todos, en algún momento de nuestras vidas, nos encontramos con un muro, en medio de transiciones y nuevos comienzos, y la mayoría de las veces sin saber a dónde ir o cuál es la decisión correcta. La vida sigue, no se detiene, las mareas suben y bajan y las preocupaciones ahogan nuestro corazón y nuestra mente.

En momentos así, por lo general, nuestro interior se encuentra en una inmensa tormenta, puesto que el muro se ve muy grande su final como algo muy lejano. Sin embargo, aun en medio de la encrucijada, el dolor y la frustración podemos tener paz y encontrar nuestro norte como nunca antes lo habíamos hecho. Evidentemente, es un proceso agotador, ya que conlleva que fijemos toda nuestra atención en aquello que está delante, sin perderlo de vista y disfrutando del presente.

Cuando nos encontramos en el punto medio del susodicho, nos cuestionamos, no vemos a Dios, no comprendemos a dónde nos llevará esto, nos llenamos de preocupaciones y miedos por no saber cómo seguir. Pero la verdad es que, aunque parezca contradictorio, Dios usa esos muros con el propósito de forjar algo nuevo en nosotros y llevarnos a aquel destino, a aquella visión o sueño implantado en lo profundo de nuestro ser.

Dios nos creó con un sentido de pertenencia, valor y propósito. Él colocó un sueño en lo más profundo de nuestro corazón. Quizás lo sentimos, pero pareciera algo tan grande e imposible. A fin de cuentas, nos toca a nosotros buscar ese propósito y llevarlo a cabo junto con Él, un paso a la vez. Esto es voluntario, Dios no nos obliga a seguir sus pasos o a encontrar el norte que ha diseñado para nosotros, pero sí está dispuesto a revelarnos y a ayudarnos a llegar ese norte, propósito o como quieras llamarlo, cumpliendo los sueños que llevamos implantados en lo profundo de nuestro ser, y mucho mejor de lo que alguna vez hubiésemos imaginado.

A veces Dios nos da un sueño, encontramos nuestro propósito y nos ponemos metas. Al principio todo va súper bien, pero, de un momento a otro, nos encontramos frente a un muro y sentimos que perdemos todo, como José. Sin embargo, a Dios le importa más mostrarse y sacar lo mejor de nosotros, justo ahí en el muro, en medio del sueño y durante su realización.

Quizás no estemos ante el mismo muro o en la misma situación en que estuvo José; no obstante, todos pasamos por un muro. La pregunta es: si Dios colocó un sueño, valor y propósito en nosotros ¿cómo sigo o para dónde voy? La respuesta a eso, simplemente, es volver a abrir nuestro corazón, pedirle al Espíritu Santo que nos guíe paso a paso, que nos dé esa seguridad de que va con nosotros y en nosotros y, por último, que alinee nuestro corazón al suyo.

Piensa y ora

- ¿Cuál es ese sueño que llevo dentro?

- Anota en una hoja ese sueño y pídele al Espíritu Santo que te revele si eso realmente es lo que Él ha diseñado para ti.

PD: ¿Te cuesta encontrar el camino correcto para tu vida? No dudes en suscribirte a nuestro devocional diario aquí. Te ayudará a mantenerte en el camino correcto con Dios. Queremos agradecer a Luz Lorena Abigail Medina por escribir este plan.