JordánMuestra

Pasaje central: Juan 8:35 y 36

“Un esclavo no pertenece para siempre a la familia; pero un hijo sí pertenece para siempre a la familia. Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes serán verdaderamente libres”.

Nuestra identidad en Cristo es lo que nos da la libertad verdadera. En los primeros versículos de este pasaje vemos como Jesús dio libertad a una adúltera quitándole la culpabilidad de sus actos.

Cuando tenemos nuestra identidad clara como hijos de Dios, sabemos que no hemos perdido nuestra naturaleza pecaminosa, con la cual luchamos constantemente. Así mismo, sabemos que tenemos grietas y fallas en las cuáles trabajar. Pero también tenemos esa certeza de que somos hijos del Alfarero que nos va moldeando a pesar de nuestros defectos y debilidades, el cual no nos condena sino que nos llama hijos.

Tal vez en este momento no te sientas al cien por ciento libre o tengas en tu mente pensamientos de culpabilidad. Que si bien es cierto que debemos trabajar con esas grietas y áreas de oportunidad, déjame recordarte que si Él no condenó a una mujer adúltera, ¡mucho menos condenará a un hijo Suyo!

No eres esclavo, eres hijo, perteneces a la gran Familia de Cristo; por lo que debes quitar todo pensamiento que no venga de Dios. Si batallas con reconocer tu posición en esta gran familia, es momento de que le pidas ayuda a Su Espíritu y verte como el hijo que eres.

¿Estás listo para recibir con libertad lo que Dios tiene para ti?