Vulnerabilidad en el LiderazgoMuestra

Vulnerabilidad y resiliencia, dos caras de una misma moneda.

La vulnerabilidad es un concepto contrastante con la resiliencia. Mientras que la resiliencia es la capacidad de enfrentar situaciones adversas con éxito, aprendizaje, y sin perder el sentido de misión; por otro lado, la vulnerabilidad es el riesgo real de que una persona, sistema u objeto pueda sufrir frente a peligros inminentes, sean ellos desastres naturales, desigualdades económicas, políticas, sociales o culturales. El asunto es que estas dos condiciones (resiliencia y vulnerabilidad) conviven de forma dinámica en nosotros. Según Walter Brueggemann: “Nosotros, como portadores de la imagen de Dios, somos huesos y carne, fuerza y debilidad, autoridad y vulnerabilidad, conjuntamente".

Lo que buscamos es identificar en Jesús un modelo de liderazgo en el que caben ambas realidades, de vulnerabilidad y de fortaleza para vencer. Según el autor Melamed, se requiere por un lado mostrar “todas las potencialidades” pero también por otro “todas las debilidades y oportunidades”. Bazerman y Moore dicen que, si todos fuéramos apropiadamente humildes acerca de la calidad de nuestros juicios, podríamos verificar más fácilmente nuestras opiniones y corregir nuestros defectos. En cambio, seguimos creyendo que nuestros puntos de vista y juicios son correctos, a pesar de la abundante evidencia de nuestra propia falibilidad. La idea es configurar un liderazgo más consciente de todas las realidades internas, es decir, un liderazgo centrado, que por un lado no se subestima ni se sobreestima en cuanto a sus propias capacidades. Y, por otro, no se considera ni por debajo ni por arriba de los otros, tal como el Apóstol Pablo refiere al decir que nadie “tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura” (Romanos 12:3).

El mismo Apóstol Pablo planteó quizás más claramente el contraste resiliencia-vulnerabilidad al expresar sentirse complacido en las debilidades, ya que cuando “soy débil entonces soy fuerte”. El entendió que el poder de Dios en nosotros solo se perfecciona o se completa cuando reconocemos delante de Él nuestra debilidad y no cuando tratamos de actuar con nuestra propia fortaleza o capacidad para resistir la dificultad (2 Cor. 12:9-10).

Para reflexionar: Tenemos mucha fuerza para vivir, ¿cómo lo sabemos? Ya que lo que activa la fortaleza de Dios en nosotros es nuestra debilidad [de la cual tenemos bastante].