TAMAR

Nadie defenderá nuestra causa como nosotras mismas

Tamar rara vez es mencionada en los círculos cristianos y con buena razón, ya que ella hizo algo que a primera vista parece inmoral e inaceptable. Ella es una heroína que abogó por su causa para dejar atrás una vida repleta de pérdidas y vergüenza. Al igual que muchas mujeres, Tamar se casó por primera vez sin imaginarse lo que el futuro le deparaba. Ella se casó con el hijo mayor de un hombre llamado Judá, quién tenía otros dos hijos. Poco después de casarse, quedó viuda. Según la ley del levirato que se seguía en aquella época, le tocaba casarse con un familiar de su esposo. Se casó con el segundo hijo de Judá y al poco tiempo ese hombre también murió. Le tocaba el turno de casarse con el tercer hijo de Judá, pero como aún era muy joven para casarse, Judá le prometió a Tamar que le daría a su tercer hijo en matrimonio, pero más adelante. Ella se fue a vivir como viuda a la casa de su padre y allí esperó varios años, sin ver cumplida la promesa que le hizo su suegro. Todo el mundo sabía que ella era una mujer viuda y sin hijos, lo cual era muy vergonzoso en aquellos tiempos. Un día Tamar tomó la justicia en sus manos y decidió que iba a ser la defensora de su propia causa. Luego que su suegro enviudó, ella se quitó su ropa de luto, se cubrió la cara con un velo, se hizo pasar por prostituta y sedujo a su suegro. Así logró quedar embarazada de un familiar de su difunto esposo. Al enterarse de que ella estaba embarazada, su suegro sugirió que la quemaran por inmoral, pero ella muy sabiamente había guardado evidencias de que el fue quien la embarazó, salvando así su vida. Ella es una de las dos mujeres en la Biblia que tuvo hijos mellizos. A pesar de todo, Dios le regaló doble bendición. Tamar permaneció como madre soltera. A través de uno de estos hijos, el linaje de Tamar aparece registrado en el árbol genealógico de Jesús (Mateo 1) De esta valiente, juiciosa, creativa y perseverante mujer podemos aprender que:

• Debemos revaluar las expectativas que tenemos de nuestra cultural familiar.

• Somos las mejores personas para defender nuestra causa o la de nuestros hijos.

• No podemos esperar o depender de que alguien nos resuelva nuestro problema.

• No debemos actuar por impulso, mejor debemos esperar, observar y planificar.

• Es necesario guardar evidencias o documentos que te puedan servir en el futuro.

• Cuando te defiendas hazlo con pruebas, escribe tu defensa con detalles y fechas para que te expreses con exactitud y propiedad. No es lo mismo decir “un día me dijeron” que decir “ El 4 de julio me dijeron”

• No debemos escondernos dentro de un “vestido de luto” cuando tenemos problemas.

• Debemos enfrentar los problemas con creatividad y sabiduría.

Esperar puede ser desesperante. A veces pasamos años vestidas de luto, esperando a que algo se resuelva. Por eso debemos enfrentar las situaciones con fe, pero también con un plan de acción. Muchas veces vamos a ser criticadas por nuestras acciones, pero si tu crees que es parte del plan de bendición de Dios para ti, hazlo. Si lo que deseas, perjudica a terceros, tal vez no sea de parte de Dios. Dios tenía propósito con Tamar y sus hijos, por eso permitió estos eventos. No esperes que nadie venga a resolverte tu problema, ese es tu trabajo. Quítate la ropa de luto, cúbrete de valentía y manos a la obra. Sal a buscar lo que necesitas.