21 maneras de prosperar a los 45Muestra

Estén contentos, filipenses

Un corazón voluble codicia lo que no tiene. Es arrastrado por la corriente de fantasías y placeres incumplidos. En Filipenses 4, Pablo contempló su propio corazón. Él, quien sabía una cosa o dos acerca de la carencia, encontró satisfacción en la prisión. Sabía que sin importar lo que tuviera o no tuviera, Cristo era suficiente. No se molestó con el descontento. No le haría bien. Al contrario, encontró esperanza en la más sombría de las condiciones mientras descubría que Cristo le daría fuerza para soportar todo.

El descontento saquea nuestra reserva de gratitud y baila con el orgullo. El orgullo exige, asume, y se apresura a salirse con la suya. El descontento sigue cuando nuestro orgullo golpea una pared. Aún en tiempos favorables, el descontento se desliza en nuestras vidas cuando escogemos la autosuficiencia sobre la suficiencia en Jesús. Estar satisfecho es una elección. Una que hacemos tanto en las experiencias en el valle como en la cima de la montaña. No lo deciden las condiciones, sino por el contrario nuestro corazón lo elige en todas las estaciones. La satisfacción ignora los murmullos del orgullo. Sin importar que tan merecedor parezca.

Nuestro deseo por cosas buenas como hijos saludables, un hogar hermoso, o un nuevo trabajo no son inherentemente malos, y deberíamos ciertamente trabajar para lograrlo si nos sentimos guiados, pero nuestra perspectiva en el proceso importa. Si perseguimos lo que queremos con descontento, nos perdemos de encontrar que Cristo es suficiente en nuestros días y meses.

Es posible tener un control saludable de la satisfacción mientras que perseguimos nuestros sueños. Mucho antes de eso debemos asentar nuestros corazones con una satisfacción creciente en Cristo sin importar nuestra estación o nuestra lucha. El descontento quema nuestros corazones con desilusión, pero la esperanza en Cristo nos conduce a la bondad y a una confianza extravagante en nuestro Salvador.

La satisfacción invita la gratitud en cada uno de nuestros días. En los altos y bajos. En el dolor y en la victoria. La satisfacción de corazón declara que Dios es suficiente. No importa lo que nos falte, Él suplirá todas nuestras necesidades. Nos pide que nos neguemos a comparar lo que tenemos con lo que otros tienen. Saboreando la vida que Dios nos da a cada uno de nosotros. La satisfacción afirma audazmente que Jesús es nuestro Ayudador. Nuestro Libertador. Nuestro Restaurador.