Un Dia MejorMuestra
De la oscuridad a la luz.
¿Te sientes rodeado por la oscuridad ? En las noticias vemos que la gente se mata entre sí, que comete actos atroces, motivados por la codicia y los celos. Escuchamos hablar de estas cosas una y otra vez, día tras día. Al cabo de un tiempo, comienza a parecer normal. El mal empieza a parecer normal, la bondad resulta extraña. Piensa en alguien que conozcas y que no conozca a Jesús. Imagina por un instante la opresión que debe suponer la oscuridad para esa persona. Sin la luz de Dios, las tinieblas serían absolutamente agobiantes.
La oscuridad del mundo no es algo nuevo. El mal impregnó el corazón del hombre ya desde el principio, cuando Adán y Eva se rebelaron contra Dios en el jardín de Edén. Aún así, a veces, cuando se les da la oportunidad de elegir, eligen el mal en lugar del bien. Incluso eligieron crucificar al más bello, Jesucristo de Nazaret, el Dios vivo.
Hechos, capítulo 3, dice: Ustedes lo entregaron y lo rechazaron ante Pilato, aunque éste había decidido soltarlo. Rechazaron al Santo y Justo, y pidieron que se indultara a un asesino. Mataron al autor de la vida.
Qué decisión más trágica y horrible la que tomó la humanidad. En el fondo, todos sabemos que este mundo está destrozado hasta la médula. Esta no es la forma de vivir que se nos ha encomendado.
Todos nosotros heredamos el pecado a través de Adán. No obstante, nosotros, como creyentes, tenemos la esperanza de que, desde el principio, Dios tenía un plan para rescatarnos de este hundimiento. ¡Era Jesús! A Jesús se le llamó el segundo Adán. Es el único salvador para nosotros porque se hizo humano y caminó en medio del derrumbe de este mundo, pero no pecó. Experimentó todas las tentaciones que sufrimos, por lo tanto nos comprende (Hebreos 2:18). Cuando fue crucificado, cargó con la pena de todos nuestros pecados, no solamente los tuyos, ¡sino los de todo el mundo!
Su sangre eliminó nuestra culpa. Murió como un pecador, pero sin pecado. Por eso, la muerte no pudo retenerlo. ¡No permaneció muerto! Al dar su vida, nos compró para sí mismo. Nos dio el don de la vida eterna y la oportunidad de un nuevo comienzo. ¡Los que creemos tenemos esta gran esperanza!
¡Vienen días mejores! Isaías 9 habla del próximo regreso de Jesús. Dice que el pueblo que camina en la oscuridad verá una gran luz. Para los que viven en una tierra de profunda oscuridad, brillará una luz.
Además, el libro del Apocalipsis nos dice esto sobre el cielo: "La ciudad no necesita ni sol ni luna que la alumbren, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera”.
(Apocalipsis 21:23, NVI)
¿Puedes imaginar el brillo de ese mundo, iluminado por el propio Cristo, el cual nos espera a los que creemos? Será tan hermoso, y la oscuridad que ahora parece tener tanto poder ya no existirá. Esta promesa no es para que la guardemos para nosotros mismos. Esa hermosa ciudad está destinada para que la compartamos. Dios no quiere que nadie perezca. Podemos esperar ese día con gran expectativa.
¿Pero qué pasa con el aquí y el ahora? Bien, no tenemos que esperar a llegar al cielo para empezar a experimentar el amor poderoso de Dios. ¡Jesús está vivo! Su Espíritu Santo está dentro de ti en este mismo momento, haciendo brillar Su luz en nuestras vidas. Él nos transforma.
¿De qué manera ya ha cambiado tu vida el amor de Dios? ¿Ha evitado que te desvíes por el camino equivocado, y que acabes destruyéndote con las drogas o la delincuencia? ¿Te ha sanado de cosas dolorosas de tu pasado? ¿Te ha ayudado a perdonar a alguien a quien odiabas? ¿En qué medida habría sido diferente tu vida sin Él?
En Juan 8:12, Jesús nos dice que nos dará la luz de la vida y que nunca más caminaremos en la oscuridad. Esto significa que, aunque la oscuridad nos rodee, Su luz brilla desde nuestro interior. Su luz penetra de forma potente, e incluso es capaz de vencer a la oscuridad.
La luz de Dios puede irradiar a través de ti a todos los que te rodean y que caminan en la oscuridad. Piensa en una persona que conozcas y que esté sometida a las tinieblas del mundo. Esa persona necesita la esperanza de un día mejor.
En tu corazón albergas la esperanza de toda la humanidad, Jesús. Debes compartirla; permite que la luz del Señor brille en ti. Quiero desafiarte a que te acerques hoy mismo a esa persona y la ayudes a encontrar el camino hacia la Luz de la vida. Para tu amigo, Jesús puede ser la luz al final de un largo túnel que evitará que se rinda en la vida. O puede ser como un faro, que lo ayudará a encontrar el camino hacia la vida eterna. Sea cual fuere el caso, aprovecha esta oportunidad. Jesús puede cambiar su vida para siempre a través de las palabras que salgan de tu boca. Basta con que le cuentes lo que Dios ha hecho por ti. Él hará el resto.
Oremos...
Señor, el mundo es tan oscuro, pero tú nos das esperanza. Dios, gracias porque tu luz es tan brillante: ¡la oscuridad no puede vencer! Quebranta nuestros corazones, Señor, por aquellos que aún no tienen la esperanza de la vida eterna. Ayúdanos a comprender la desesperación y la opresión que sufren los que viven en la oscuridad. Anímanos a compartir lo que nos han concedido, a ti, la luz que brilla en la oscuridad. Amén.
Acerca de este Plan
No podemos disimular lo que nos pasa, algo no anda bien. Todos los días nos despertamos teniendo que soportar todo tipo de dolores; luchamos para consolarnos. Sin embargo, tenemos la certeza de que vienen días mejores; llegará el día en el que todo lo malo desaparecerá. Estos devocionales te devolverán la esperanza y te inspirarán a compartir a Jesús en un mundo lleno de sufrimiento.
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Nos gustaría agradecer a Luis Palau Association por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://luispalau.net/