Amor ExtravaganteMuestra

De amor extravagante a vida extravagante

El que pronto sería hijo “pródigo”, que era el menor de dos hermanos, hizo algo muy inusual que difamó del todo el amor extravagante que su padre le daba, a cambio de llevar una vida extravagante. Básicamente dijo: “Padre, sé que aún no estás muerto, pero ya no puedo esperar más, quiero mi herencia ahora”. El padre no tenía obligación alguna de aceptar esta demanda irracional, pero sorprendentemente hizo lo que le pidió su hijo. Dividió su herencia y le dio la parte que le correspondía a su hijo menor.

Poco después, el joven aventurero tomó todo su dinero y cambió su modesta vida, en su pequeña aldea, por la “vida de excesos” en la gran ciudad. Aunque la Biblia no entra en detalles con respecto a lo que hizo allí, sí dice que “desperdició sus bienes viviendo perdidamente” (Lucas 15:13). Eso significa que estaba viviendo extravagantemente: viviendo para el presente sin que le importase otra cosa que la efímera emoción de unos serpenteantes momentos de placer. No le importaba su familia. No le importaba su salud. Su trabajo, su reputación, el ejemplo que era para otros; nada de eso le importaba. Tan solo vivía para ese arrebato, esa emoción…

Esta es una actitud que se magnifica en las películas y que es la forma en que muchas personas viven sus vidas; pero qué forma de vivir tan increíblemente egoísta e irresponsable. Tiene unas miras muy cortas, es inmadura y destructiva, y lleva a la gente exactamente donde le llevó al hijo pródigo: a la nada… Es categóricamente extravagante, poniendo el placer y la gratificación instantánea por encima de todo lo demás. Y créeme, aunque el hijo pródigo puso esa locura en marcado rápido, enseguida aprendió que era el número incorrecto…