¡Yo Creo!Muestra

La certeza de lo que se espera

De esa manera se define la fe en las Escrituras. La confianza es el estado del alma que se logra cuando se tiene fe. Esto es así, porque cuando tenemos fe estamos en un estado de espera, una vez ocurre aquello que hemos creído se acaba la espera y se tiene lo que queríamos o necesitábamos. La confianza, a su vez, está ligada al conocimiento que tenemos de Aquel en quien hemos depositado nuestra fe.

El mundo deposita la fe en cosas, personas, ídolos, religiones que no pueden satisfacer sus expectativas más significativas y por eso viven la vida con el alma vacía. “Tales son los caminos de todos los que olvidan a Dios; y la esperanza del impío perecerá; porque su esperanza será cortada, y su confianza es tela de araña" (Job 8:13-14).

Pero los que hemos creído en Cristo como nuestro Señor y Salvador, hemos puesto nuestra confianza en el Altísimo. Por eso, somos bienaventurados. La Palabra de Dios dice: “Gustad, y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en Él" (Sal. 34:8).

Tener certeza así como convicción, es tener la mirada en el Único que puede atender nuestra oración. Cuando oramos y presentamos al Señor nuestras peticiones y nuestros más íntimos deseos, debemos pedirle que nos ayude a esperar en Él, a creer que nuestra oración ha sido recibida y que Él responderá.

En Rom. 15:13 leemos: “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo”. El Dios Trino nos ayuda a creer y añade gozo a nuestra fe, porque sabemos que hemos sido escuchados, y paz porque podemos descansar en Su bondad y en Su misericordia. El Espíritu Santo nos capacita para que abunde en nosotros la esperanza y podamos esperar.

Las respuestas de Dios para nosotros siempre son sabias, aun cuando haya momentos en que no nos lo parezca. De manera que, esperar con fe, es también esperar que Dios hará y nos dará lo que, como buen Padre, sabe que es lo mejor para nosotros. “Y esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho” (1 Jn. 5:14-15).

La bondad de nuestro Dios no puede ser medida, pero podemos contar con ella. Por lo que te digo a ti, así como me digo a mí misma, sigue esperando y confiando en que Dios hará. Recordemos Sus palabras: “¿Habrá algo difícil para mí?” (Jer. 32:27).