No paresMuestra

Era una semana de entrevistas. Buscando ser aceptada ante los medios, empecé a cambiar mi discurso. Quería hablar lo que todos hablaban, olvidando el propósito y la misión que me habían sido encomendadas. Mi mensaje era más «superficial» porque quería ser aceptada por la sociedad. Como ves, la opinión pública era importante para mí.

El mundo te juzga por tu apariencia, por lo que crees, y por tu forma de hablar. Si nos parecemos a ellos y pensamos como ellos, será más fácil formar parte de su círculo. Sin embargo, cuando nuestro discurso se basa en lo que dice la sociedad, fácilmente nos dejamos manejar y cuestionar, y podríamos llegar a perder la esencia que Dios puso en nosotras.

Vivimos en tiempos tan difíciles que, el mundo no necesita personas con talento (creo que ya lo ha visto todo); no necesita el mejor cabello, la piel más suave, la mejor voz, la mejor profesional. El mundo pide desesperadamente conocer personas llenas de la presencia de Dios, personas a quienes a lo lejos se les reconozca por esta característica.

Pude comprobarlo en una entrevista. Antes de ir a mi cita, decidí buscar a Dios y le pedí que en ese lugar se sintiera que Él estaba allí, aun sin que yo dijera nada. Cuando entré a esa prestigiosa emisora no cristiana, el conductor empezó la entrevista diciendo: «Aquí se siente algo extraño, como una energía... no sé cómo describirlo. Aquí se siente la presencia de Dios». ¡Guau! Lo primero que dijo no fue: «Aquí con la talentosa...» sino: «La presencia de Dios». No fueron mis horas frente al espejo, mi vestimenta, mis palabras, ni mis canciones lo que llamó la atención; fue la presencia de Dios que iba conmigo como Poderoso Gigante. No fue necesario decir nada para que Dios hiciera sentir su presencia.

Increíble, ¿verdad? Ahora quiero que hagas un alto y cierres los ojos. Dale gracias a Dios por su presencia que está disponible para ti las 24 horas del día. Dios quiere que seas llena de Él, en vez de llenar tus vacíos o satisfacer tus ansiedades con compras por internet, maquillaje o una serie de Netflix. Y no es que eso sea malo; pero todo depende de cómo organices tus prioridades y cuál es tu enfoque. El Señor te quiere a ti; quiere llenarte, quiere revelarse, quiere una cita contigo. Dios quiere un auditorio donde Él sea la audiencia y tú estés dispuesta a darle tu mejor concierto, sin cámaras, sin apariencias, sino solamente porque Él es tu amado, tu Rey.

Su presencia te hace bella, te hace cantar, te muestra quién realmente eres; su presencia te favorece, hace que todo tenga sentido. La presencia de Dios no estará contigo por las veces que sirvas en la iglesia, por las clases de Zoom a las que asistas, sino por la búsqueda sincera de Dios, la lectura de su Palabra, la comunión con Él en oración; no hay atajo. ¡Qué hermoso es saber que somos deseadas por el más grande Rey, por nuestro Señor!

1. ¿Quisieras mejorar tu relación con Dios?
2. ¿A qué le has dedicado más tiempo en estos días?
3. ¿Recuerdas algún momento en que sentiste la presencia de Dios?

«Por ti pagaron un alto precio».

(Fragmento de mi canción «No pares»)

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