No paresMuestra
Recuerdo que los primeros años de mi infancia fueron alegres; tuve la bendición de conocer de Dios a temprana edad. Soy nieta de pastores y, como tal, todo apuntaba a tener una vida «color de rosa». Pero, al llegar a la escuela, me encontré con la difícil realidad de convertirme en reina; reina de apodos y de burlas. Fueron tantas mentiras que recibí cuando era niña que, empecé a adoptarlas como mi verdad.
Cambié de escuela muchas veces porque mis padres buscaban una manera de proteger mi corazón. Estaba por perder totalmente mi autoestima. Sé que no he sido la única que ha tenido este problema; de hecho, he escuchado a muchos decir: «yo también fui víctima de acoso» o «eso nos pasa a todos». De alguna manera esta situación se ha convertido en algo «normal», y no le hemos dado importancia a la necesidad de sanar estas heridas, para que en el futuro no se conviertan en una sombra que llegue a truncar nuestros sueños.
Si analizamos nuestro entorno, nos daremos cuenta de que, desde un principio, hemos sido atacadas con mentiras, como las que el enemigo utilizó con Eva; porque, sin lugar a duda, su objetivo es destruirnos. Sí, destruirnos, sembrando dudas en nosotras para así bajar nuestra autoestima. Dudas que muchas veces nos hacen preguntar: «¿Por qué soy fea?», «¿Por qué no tengo lo que se necesita?», «¿Por qué no soy buena esposa, buena madre, buena hija?» Y tanto más... ¿Recuerdas las palabras que la serpiente le dijo a la mujer? «Lo que Dios dijo no es verdad». ¿Te suena familiar la frase?
Asistí a un congreso para jóvenes fuera de mi país. Un pastor que no conocía estaba orando por los que recién se habían graduado (yo estaba en este grupo). El pastor estaba al otro extremo y no pensé que llegaría mi turno. De un momento a otro, él se dio la vuelta y dijo: «Los últimos serán los primeros». Prosiguió a decirme que pronto estaría en un programa de televisión como conductora; pero que no sería mi apariencia física lo que llamaría la atención, sino la belleza interna que Dios había depositado en mí. «¿Qué belleza interna?», me pregunté. No sabía si había quedado rastro de belleza en mí. Pero, en ese momento, entendí lo importante que era tenerla y preocuparse por ella, más que por las cosas materiales.
Una mujer que sabe quién es, es dinamita en las manos de Dios. Eso no significa que no me guste el maquillaje; ¡me encanta vestirme bien! (¿A quién no?) Puedo pasar horas arreglándome para entrevistas o conciertos, pero ¿qué es lo que realmente agrada a Dios? ¿Qué le interesa que cuidemos? La respuesta es: nuestro corazón.
Solo podemos vencer los pensamientos de inseguridad y temor meditando en la Palabra de Dios. Esto nos ayudará a guardar nuestro corazón, fortalecer nuestras emociones, y será nuestra mayor arma para no tomar malas decisiones. La Palabra en nuestro corazón nos mantendrá firmes cuando los días malos toquen a nuestra puerta.
Es importante cambiar en nuestra mente el concepto que nació en la sociedad, de que la belleza se mide por la apariencia. Dios no mira cómo nos vemos por fuera, sino lo que hay por dentro; eso es lo más importante. Si desarrollamos nuestra belleza interior, esta se reflejará en todo lo que seamos y hagamos.
- ¿Cuáles son las mentiras que has creído a lo largo de tu vida?
- ¿En qué áreas de tu vida debes esforzarte para conseguir la belleza interna?
- El enfoque en tu apariencia, ¿ha desviado tu mirada de Dios?
«¿Quién te dijo que no eres suficiente? No depende de lo que dice la gente; el espejo no define quién eres».(Fragmento de mi canción «No pares»)
Escrituras
Acerca de este Plan
No pares es un devocional que con cada reflexión te ayuda a descubrir que tu valor va más allá de las heridas del pasado, de tu propio concepto y de las mentiras de este siglo. Es una obra de excelencia y una poderosa herramienta para la transformación de muchas mujeres que están en el proceso de encontrarse a sí mismas y descubrir cuán amadas son por Dios.
More
Nos gustaría agradecer a Anna Ly por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://anna-lymusic.com/