Hijos de DiosMuestra

Límites

Es fácil decir que sí a muchas cosas en nuestro mundo ocupado. Cuando lo hacemos, automáticamente decimos que no a otras actividades, y nos vemos forzados a dejar de lado algunas responsabilidades. No siempre tenemos la intención de descuidar áreas de nuestras vidas, pero sucede; y podemos reflexionar y cambiar nuestro comportamiento. Examinemos nuestros patrones de pensamiento, incluyendo nuestros hábitos de toma de decisiones. ¿Podrías comprometerte a ser más curioso sobre tus patrones de pensamiento? Tal vez digas que sí a cosas que no valoras, y aunque valoras mucho tu relación con Dios, tu apretada agenda puede crear un muro que impide la cercanía.

Cuando estoy ocupada (bueno, esta es mi vida, así que tal vez debería decir: "El martes…"), pienso así: "No tengo tiempo para ir a comer con mis amigas". En un día malo, incluso me pongo un poco celosa cuando veo una publicación en la que unos amigos están socializando. Pienso: "Qué lindo debe ser tener tiempo para los amigos".

He aprendido a sentir curiosidad por mis emociones, pues mis emociones revelan mis valores. Valoramos la amistad, si estamos celosos de la gente que tiene tiempo para salir con los amigos. Si tenemos envidia de la gente que tiene un matrimonio feliz, diciendo sarcásticamente: "Están en la etapa de luna de miel", eso revela que valoramos y deseamos un matrimonio fuerte. Sin embargo, muy a menudo, vivimos "celosos" en lugar de llevar cautivos nuestros pensamientos y hacerlos obedientes a Cristo (2 Corintios 10:5).

Veamos la situación de Jodi. Si Jodi siente celos del matrimonio de otra pareja, ella puede llevar ese pensamiento a Dios, y trayéndolo al Él a los espacios negativos de su matrimonio. Lo que puede ser revelado es que ella se siente estancada en su matrimonio, y no sabe cómo comunicar sus necesidades a su esposo; y esto ha creado una barrera entre los dos, una que ella no sabe cómo quitar. Afortunadamente, Dios conoce nuestros pensamientos y necesidades más profundos y nos ayudará SI lo invitamos a entrar en medio de nuestros espacios positivos y negativos.

Crédito extra:
¿Qué espacios negativos te son más difíciles de llevar a Dios? Háblalo con un ser querido. Esfuérzate por crear hábitos que inviten a Dios a tus relaciones.