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Sin distracciones

El mundo se está volviendo cada vez más competente en contar historias que niegan a Dios. A medida que estás historias se afianzan, los cristianos corren mayor riesgo de distraerse. Aprendemos “los caminos de las naciones” y nos aterrorizamos por “las señales del cielo” (Jeremias 10:2). Al hacerlo, somos tentados por las prácticas vanas del pueblo (10:3). En resumen, nos distraemos.

La distracción es una puerta sutil hacia la idolatría. A medida que el pueblo de Jeremías 10 mira a “sus ídolos” que “parecen espantapájaros en un campo sembrado de melones", comenzamos a confiar en lo que “no puede hablar,” “no puede caminar,” y “no puede hacer mal” o bien (10:5). En otras palabras, comenzamos a entregarnos a lo que solo puede lograr distraernos.

En lugar de confiar en las vanas “costumbres de los pueblos”, los cristianos debemos deleitarnos en la unicidad y la grandeza del Señor (10:6). La sabiduría de las naciones no es más que madera. Es “necia e insensata” (10:8). Por impresionantes que sean las credenciales y la apariencia de aquellos que crean ídolos, su trabajo palidece en comparación con el Señor, quien es el “Dios verdadero” (10:9-10). Ningún ídolo, nación, o pueblo puede “soportar su indignacion” porque Él es el “Rey Eterno” (10:9-10).

Podemos distraernos rápidamente con los usos y costumbres de las naciones. Somos demasiado rápidos para volvernos hacia los ídolos cuando la vida se pone difícil. Los ídolos son fáciles de seguir porque no requieren que cambiemos. Ellos proporcionan la fachada de seguridad a corto plazo y desvían nuestra atención de lo que Dios está haciendo en nuestras vidas y en el mundo.

Estar consternados como las naciones por las “señales del cielo” nos impide reconocer que no hay nadie como Dios (10:7). Adoptar las preocupaciones de aquellos que no conocen al Señor desvía nuestra atención de caminar en la sabiduría del Señor.

Debemos tener cuidado de no dejarnos cautivos por las preocupaciones y soluciones del mundo (cf. Colosenses 2:8). Debemos evitar las distracciones que nos impiden sentarnos a los pies de Jesús (Lucas 10:38-42) o fijar nuestra mirada en Jesús (Hebreos 12:2). Nuestro enfoque debe estar en ser y hacer discípulos de Jesucristo atendiendo la sabiduría de Dios y aferrándonos al camino que Él nos presenta (Salmo 17:5).