Confiando en Dios a Pesar del SufrimientoMuestra

Lectura: Salmos 51

DEVOCIONAL: Salmos 51:17

Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, mi Dios.

En nuestra lectura de hoy vemos que Dios no desea sacrificios ni holocaustos. Todo lo que Él desea es un espíritu humilde, un corazón humilde y arrepentido. Nuestros corazones humildes son el sacrificio que Él desea.

David, el autor de este Salmo, reconoció que es más fácil ofrecer holocaustos que un corazón humilde. También reconoció que, para experimentar verdaderamente la profunda comunión con el Señor, esa que satisface un alma cansada, la que todos anhelamos, todo el ser debe anhelar solo a Dios. Ofrecer sacrificios sin arrepentimiento es como ofrecer un cumplido mientras criticamos en silencio a la misma persona a la que estamos felicitando. Estas dos cosas no van juntas, con más razón con nuestro Dios, que “no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón.” (1 Samuel 16:7).

Todas podemos sentir que nuestro corazón está roto a veces. Estos son los momentos en que el libro de los Salmos se convierte en un gran consuelo para nosotras, ofreciéndonos un lenguaje para nuestro propio dolor y quebrantamiento. Ya sea una forma de injusticia que experimentamos personalmente, el sufrimiento continuo que vemos en el otro lado del mundo, o el lamento por nuestro propio pecado, podemos sentirnos quebrantadas y humilladas hasta el punto de la desesperanza.

Pero el Salmo 51 nos recuerda la esperanza que tenemos en Jesús cuando sometemos nuestras peticiones y corazones al Señor. Cristo nunca prometió una vida fácil, pero sí promete Su presencia y ayuda mientras atravesamos las pruebas. Dios nunca rechazará un corazón que busca la verdad, un espíritu humilde que busca respuestas y un corazón arrepentido que necesita perdón.

Estamos aprendiendo cada día de este estudio que el lamento bíblico incluye recordar lo que sabemos que es verdad. Solo podemos conocer la verdad cuando nos volvemos al Señor y Su Palabra todos los días, almacenándola en nuestros corazones y mentes poco a poco. ¿Por qué no te tomas un momento hoy para reflexionar sobre algunas de las cosas buenas y maravillosas que Dios ha hecho por ti en tu vida, y las escribes para que cuando llegue la próxima vez que practiques el lamento, te sea más fácil recordar lo que sabes? A decir verdad, si Dios te ha ayudado antes, seguramente lo hará de nuevo.