Perdonados para perdonar.

Creo que una de las cosas más difíciles de la vida es perdonar y pedir perdón, sin embargo, es una de las más edificantes, ya que desbarata a totalidad nuestro orgullo y pone una esencia de humildad diferencial en nosotros con la capacidad de mostrar el carácter de Cristo hacia los demás.

Iniciemos...

Hace algunas semanas, en mi tiempo de oración, le preguntaba a Dios: ¿Qué puedo hacer por ti y para ti? Mi corazón sabe que nada de lo que yo haga será suficiente comparado con el sacrificio que hizo Jesús en la cruz, así que quería ver en qué más podía ser efectiva, y dónde el Señor me necesitaba. La Biblia dice en Mateo 9:37: "La mies es mucha, pero a la verdad los obreros son pocos", y mi intención en esta vida tan pasajera es ser parte de los obreros de la obra de Dios.

En ese caso, mi perspectiva humana era que debía de hacer más planes de lectura, enfocarme en hacer vídeos, quizás hacer un podcast matutino. Hacer algo más para Dios. Pero fue increíble cómo escuché su voz decirme: "Pide perdón". Inmediatamente me puse a la defensiva, diciéndole: "Señor, pero es que yo no he herido a nadie, ni le he hecho mal a nadie, "¿Cómo que debo de pedir perdón?". Dios trajo a mi memoria a un familiar que me provocaba disgusto al momento en que llegaba donde yo estaba, y entendí que debía pedirle perdón. Si por mí fuera, no lo hubiera hecho, mi ego humano no me permitía humillarme de tal forma, pero ahí mismo le dije: "Señor, si esto es lo que necesitas de , lo haré", y puse toda mi disposición para pedir perdón.

Aunque por un momento me sentí humillada al hacerlo, recordé que a eso he sido llamada: a pedir perdón cuando sea necesario, y a perdonar todo el tiempo para poder contar con legalidad al momento de humillarme ante Dios y pedirle perdón por las faltas y transgresiones diarias que comento.

Hacerlo no es una acción fácil pero tampoco es algo imposible.

Uno de los actos que te hará grande como persona es perdonar y pedir perdón, ya que le suma todos los puntos a tu humildad y tu accionar conforme al carácter de Cristo. En la Biblia vemos que, en el momento en que Jesús estaba siendo crucificado, decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.

Hoy es nuestro 8 día, y la instrucción del Señor tiene la intención de sanar y restaurar nuestro corazón.

Te invito a aceptar el siguiente reto: comunícate con una persona que sabes que han perdido contacto ya sea por tus acciones o por las de él/ella. Pídele perdón, aunque no hayas sido tú la causante de la división, y verás cómo un alivio y un peso de ti se va, en el nombre poderoso de Jesús.