No siempre de donde siembras recibirás la cosecha.

Las relaciones interpersonales que tenemos a veces son dañadas porque pensamos que tenemos que recibir lo que damos de la misma fuente en la que lo estamos entregando, cuando no siempre es así.

Iniciemos…

Antes de llegar a los pies de Cristo era muy inestable con las amistades que tenía, no podía tener un círculo íntimo de amistad y cuando ya creía haberlo construido, me salía de él por el hecho de que no recibía lo que daba, y mi corazón entonces se endurecía. Nunca me fijé que lo que yo daba lo recibía, pero de otras personas que no valoraba. Entonces entendí la importancia de la amabilidad con todos.

Cuando hablamos de dar o de sembrar algo en alguien esto no tiene que ver con la persona a quien lo des, sino más bien de quien eres tú. Me explico, si yo, Emely, le regalo algo a María, el regalo no habla de María sino del agradecimiento que siente Emely, y que se manifiesta a María a través del regalo (espero que se haya entendido).

Lo que das habla de ti, no de la persona a quien le das. Por lo tanto lo que recibes no habla de ti, sino de la persona que te lo está dando. No te des el gusto de perder buenas amistades por el hecho de que siempre le regalas de cumpleaños y ella no te regala a ti. Tampoco te permitas perder amistades porque siempre vives atenta a los demás y entiendes que nadie está pendiente de ti- Es tu esencia lo que siempre marcará la diferencia, así que no debes dejar de ser quien eres por lo que otros quieren que seas.

Hoy quiero orar de una manera particular y muy intencional así que tómate un tiempito y acompáñame.

Padre, gracias por este tiempo, porque sé que he dejado ir personas de mi vida quizás por no valorarlas como debería o por endurecer mi corazón a causa de lo que alguien más ha hecho en mí. Te pido que seas tú poniendo palabras blandas en mi boca, que me ayude a actuar con humildad y no dar esperando recibir de la misma persona, sino a hacerlo todo por amor a ti. En el nombre poderoso de Jesús, amén.