El Desierto Tiene Un PropósitoMuestra

Introducción: el desierto no es el destino, pero sí el camino

 Nadie es inmune al sufrimiento, y nadie se pasa la vida sin problemas. Esto último debido a la caída del hombre y la entrada del pecado al mundo. 

Incluso la vida cristiana está abierta a los conflictos (emocionales, familiares, sociales, financieros) de cada día. En Juan 16: 33, Jesús claramente nos dice que en el mundo tendremos aflicciones, pero también nos pide confiar en él, y si lo hacemos podemos tener la seguridad de la victoria porque él ya venció al mundo.

La biblia utiliza la figura del desierto para referirse a las temporadas difíciles de la vida, llámense: muerte de un ser querido, enfermedad, pérdida del empleo, soledad, rechazo social, escasez en el hogar, etc… ¿Cómo se llama tu desierto?

Algunos desiertos los producimos nosotros mismos al no obedecer los mandatos de Dios que en principio buscan protegernos. Si este es tu caso, puedes acercarte confiadamente al trono de la gracia, Dios no ha dejado de amarte, Él siempre nos perdona y quiere restaurarte. 

Otros desiertos, en cambio, Dios los dispone con un propósito. La escuela de Dios suele ser los lugares más inesperados. 

Pero desde ya quiero decirte que tu vida en el desierto no es tu destino ni el plan de Dios para la humanidad,  esto nos lo enseña el relato de la creación. Él creó a Adán y a Eva y los puso en el jardín del Edén, un lugar maravilloso donde no encontramos referencia a un desierto o lugar de sequía.

El desierto solo es el camino, es el lugar de transición a la tierra prometida. 

Ahora, se trata de periodos, a veces cortos, a veces largos, que van en contra de nuestra cultura y naturaleza pues nadie quiere sufrir. Todos buscamos la superación y evitamos el dolor. Todos rechazamos los desiertos percibiéndolos como algo negativo. No obstante, la perspectiva celestial sobre los desiertos es diferente. Cuando Dios llamo a Moisés en el desierto, le ordeno quitarse el calzado porque ese lugar era “tierra santa” (Hechos7: 29:33). 

A lo largo de este devocional aprenderemos como los desiertos esconden riquísimas enseñanzas vivenciales que nos preparan en lo profundo de nuestro ser, nos elevan en nuestra relación con Dios, fortalecen nuestra fe, etc., convirtiéndolos en momentos necesarios, importantes y especiales. 

Un brazo. 

María Barrios.