El Desierto Tiene Un PropósitoMuestra

En el desierto tu relación con Dios sube de nivel

Luego de Dios declarar su intencionalidad de llevarnos al desierto en Oseas 2:16 leemos: “En aquel tiempo, dice Jehová, me llamarás Ishi, y nunca más me llamarás Baali”. Baali significa “Mi Señor”, y en Mateo 7:21 Jesús enseña que no todo el que le dice “Señor, Señor” le conoce. Por otro lado, Ishi significa “Mi Esposo”. En la humanidad los esposos representan la relación más íntima de amor. 

Dios nos ama; lo que Él más quiere es una relación con nosotros, y que esa relación suba en niveles de intimidad y amor sincero. Para profundizar la relación, Dios nos prueba con periodos difíciles en donde se descubre si le amamos por quién es Él o por lo que nos proporciona. En Job 1: 9-10 Satanás vino con esta calumnia delante de Dios diciéndoles que Job no le servía y amaba solo por quien era Él, sino que Él le tenía que pagar a Job para que le amase. Obviamente esto no era cierto y Job lo demostró, te invito a leer los capítulos 1:21 y 2:10 respectivamente.

En Juan 6:26 respondió Jesús a sus discípulos cuando lo andaban buscando y lo hallaron: "De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis".  Esta escena se desarrolla en un contexto donde Jesús estaba en el auge de su ministerio: había sanado enfermos, levantado a los muertos, alimentado a los miles, etc. Todas estas eran las señales que indicaban que era el hijo de Dios, pero los discípulos no lo buscaban por quien era, sino  por lo que había hecho por ellos. 

¿Cuál es una relación superficial con Dios? Una donde piensas que Dios debe dártelo todo, donde solo lo buscas cuando necesitas algo,  donde solo estas con Dios por lo que puede darte, y si Dios no cumple uno de tus deseos cortas tu relación con Él.  Este no es el tipo de relación (como si fuera el genio de una lámpara) que Dios quiere contigo. 

En Oseas del 2:19-20 encontramos los votos matrimoniales de Dios hacia nosotros, que tal si le extiendes los tuyo y declaras en voz alta: “Señor, prometo amarte y serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, en la abundancia y en la escasez”.