El Desierto Tiene Un PropósitoMuestra

El desierto te permite conocer a Dios

Algo que comprender es que no es lo mismo saber acerca de Dios que conocer a Dios. Esto último te lleva a experimentarlo. Por ejemplo, tú puedes saber que Dios sana al leer o escuchar de la biblia, la cual registra en el nuevo testamento los grandes milagros de Jesús sanando las enfermedades de leprosos, ciegos, cojos, etc; pero otra cosa es experimentar el poder de Dios sanando tu vida. ¿Ves cómo cambia el panorama completamente? Lo cierto es que fuimos creados no solo para saber acerca de Dios, más allá fuimos creados para conocerle y eso se refiere a tener experiencias con Él.

En la biblia Jesús es llamado de diversas maneras: maestro, príncipe de paz, consolador, gran médico, amigo, salvador, etc. Y me he dado cuenta que en diferentes etapas de mi vida he conocido estos diferentes aspecto de Dios. Siguiendo la idea, a veces tenemos que pasar por dificultades para tener revelación de quien es Dios para nosotros. 

El 10 de marzo del 2020 experimente un árido desierto en donde la persona que amaba murió en un accidente de tránsito. Por primera vez mi vida se invadió de una tristeza, llanto y desconsuelo tan grande que creía ya siempre seria así. 

Hasta ese entonces yo le predicaba a las personas sobre el Dios consolador que estuvo con Martha y María en el funeral de su hermano (Juan 11:1-16), y que era capaz de cambiar el llanto en alegría (Salmos 30:11), pero yo misma no había conocido a Dios consolándome ni haciéndome reír después del dolor y tuve que pasar por esa dificultad para tener revelación de ese aspecto de su persona. 

Asimismo, con esta pandemia mundial del COVID- 19 he escuchado muchos testimonios de gente que por la cuarentena quedo sin trabajo y dicen: “En esta temporada he conocido la provisión de Dios, yo no lo conocía como mi proveedor pero ahora veo que lo es”. 

Tal vez tu desierto es soledad y Dios quiere que le conozcas como tu amigo y sientas su compañía, o puede  que tu desierto es enfermedad y Dios quiere que le conozcas como tu sanador. 

Sucede, entonces, que al final de nuestros desiertos terminamos como Job, quien después de vivir todas las tragedias que llegaron a su vida concluye: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven” (Job 42:5).