Sobrenaturalidad cotidianaMuestra

El don de la perseverancia

Otro de nuestros héroes espirituales es William Carey. Él estaba convencido de que era deber de los cristianos compartir el Evagelio por todo el mundo, en ese tiempo no todos lo pensaban. En 1793 se trasladó a la India como misionero.

La vida de William no fue exactamente un lecho de rosas, tres de sus siete hijos murieron en la niñez, su esposa desarrolló una enfermedad mental severa y él mismo sufría de una enfermedad en la piel debido a la cual no podía exponerse a la luz directa del sol. Durante los primeros siete años de su ministerio en la India no llegó a ver a ningún convertido, y perdió seis años de trabajo en una sola noche cuando sus manuscritos fueron destruidos por el fuego. Sin embargo, al final de su vida, logró ver que miles conocían a Dios y que había abierto un camino para que los misioneros puediesen llegar a toda la India. En el curso de los años tradujo la Biblia al bengalí, oriya, asamés, árabe, hindi y sánscrito.

Es difícil expresar la magnitud del impacto de su vida; ahora es célebre como el "padre de las misiones modernas". Su famoso lema era: "Espera grandes cosas de Dios, intenta grandes cosas para Dios". Eso es lo que hizo, día tras día y revés tras revés. Al llegar al final de su vida, le preguntaron cuál era su mayor don, William respondió: "Si la gente preguntara cuál fue el mayor don del señor Carey", les habría dicho: "El mayor don del señor Carey fue que sabía perseverar".

Mantener la sobrenaturalidad cotidiana es aprender a perseverar. Es estar atento a lo que el Espíritu Santo nos esté diciendo, sometidos a Su voluntad y listos para avanzar. La enorme necesidad que tiene la Iglesia no es de pocos que no corren riesgos, sino de aquellos que corren riesgos con perseverancia.

Cuando John Wimber enseñaba sobre sanidad, algunos oyentes intentaban orar por las personas varías veces, luego volver a Wilber y decirle: "No funciona, ninguno por los que oré han sanado”. La respuesta de Wimber era: "Anda y ora por mil personas y luego hablamos". Él sabía que si oraban por mil personas, no necesitarían hablar porque habrían visto sanidades. Si deseamos que esto se vuelva nuestra normalidad, necesitamos elegir vivir en este lugar cada día. Si hoy día tomamos la decisión de perseverar, ¡dentro de cincuenta años nos estaremos regocijando por haberlo hecho!