Sobrenaturalidad cotidianaMuestra

Riesgo

Durante años he tenido muchos desastres en aeropuertos. Cierta vez llegué al aeropuerto de Stansted de ida a Berlín y descubrí que olvidé mi pasaporte. Intenté embarcarme con mi licencia de conducir pero no la aceptaron. Llamé a la oficina de Soul Survivor y mi amiga Ali corrió a mi casa, recogió mi pasaporte, y condujo hasta el aeropuerto.

Desafortunadamente, Ali llegó justo cuando el avión despegaba. Estaba muy disgustado conmigo mismo y mientras caminábamos hacia el auto, noté a un hombre solo parado junto a su maleta. Un pequeño pensamiento cruzó mi mente: Ese hombre necesita ser alentado, anda y ora por él. Generalmente descarto esos pensamientos pero esta vez cometí un gran error: se lo dije a Ali. Para mi molestia, ella se entusiasmó. "Esto nunca me sucedió antes", dijo. "Es como uno de esos libros cristianos. Vamos y oremos por él". Traté de convencerla de que era solo un pensamiento y le dije: "Estoy cansado, quiero irme a casa". Ella estaba muy entusiasmada como para escucharme y dijo: "¿Pero, y si es de parte de Dios?".

Me di cuenta de que la decepcionaría si no lo intentaba y le dije: "Pasemos a su lado y veamos si Dios dice algo más". Pasamos, y nada. Pasamos una segunda vez, todavía nada. Pasamos al lado de ese hombre durante siete veces. Al final, más por desesperación que por otra cosa, me acerqué a él. "Disculpe señor, no somos extraños" (no parecía convencido), "pero pensamos que Jesús nos dijo que usted necesitaba ser alentado y nos preguntamos si podríamos orar por usted”.

Nos miró sorprendido y dijo: "Recién llegué a este pais para ser el pastor de una iglesia en Essex. Estoy esperando a dos líderes de la iglesia que vendrán a recogerme pero están atrasados. He estado aquí parado preguntándome: "¿Qué es lo que he hecho? ¿Por qué estoy aquí? Y recién acabo de orar: "Dios, me encantaría que me dieras un poco de ánimo antes de que lleguen a recogerme".

¡Yo me sentía más asombrado que el mismo pastor! "¿Habla en serio?", le pregunté. Así que oramos por él y nos fuimos contentos. Al irnos a casa charlando alegremente sobre lo que Dios había hecho, no dejaba de pensar en las veces que tuve estos pensamientos y los descarté. Cuántas veces dejé de correr el riesgo. Cuantas veces pensé, es solo una idea mía.