[Grandes Versos] El increíble trabajo del Espíritu en tiMuestra

La gloria de los sufrimientos

«Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse».

Los sufrimientos de la actualidad pueden ser formidables. Dolor de espalda implacable; depresión profunda, oscura y sin esperanza; un cónyuge traicionándote y abandonándote; abuso por parte de un padre que se supone que debe protegerte; o la muerte de un niño. Estas cosas son abrumadoras y sin embargo Pablo dice: «Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse». ¿Pablo era ingenuo? ¿Vivía en una burbuja protectora? ¡Por supuesto que no! Cuando Pablo llegó a la fe Dios dijo: «porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre» (Hechos 9:16).

En 2 Corintios 11:24-27, Pablo escribió: «De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez».

No, no había burbuja protectora para Pablo y sin embargo Pablo hace esta declaración asombrosa: «Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse». ¿Gloria? La presencia inmediata de Dios. Gozo, paz y amor sin límites. Cuerpo transformado. Corazón sin pecado. Sin dolor, enfermedad o muerte. Relaciones enriquecedoras con la gente. ¡Gloria!

Los sufrimientos de la era actual, por grandes que sean, no pueden compararse con la gloria de la próxima era. Como resumió S. Lewis Johnson la respuesta de Pablo: «El sufrimiento es una gota. La gloria es el océano». Él adoptó esta perspectiva sobre el sufrimiento. Se levantó sobre esta verdad cuando el dolor era abrumador.

Debemos hacer lo mismo. Aferrémonos a esta verdad. Aférrate y no la sueltes. Los sufrimientos de la actualidad no pueden compararse con la gloria que nos espera.