Mi encuentro con Dios por medio del pacto

Dios desea establecer una relación personal contigo y conmigo, y también un pacto bilateral. Su deseo es establecernos como sus representantes, que seamos su reflejo en esta tierra. A través de los Capítulos 19 al 24 del libro de Éxodo, Dios se revela a Sí mismo, y nos recuerda y nos hace hincapié en oír su voz  por medio de los mandamientos que le fueron entregados a Moisés. Nos insiste en que guardemos el pacto que hemos decidido hacer con Él. Como recompensa nos llama “especial tesoro”, y,  además, nos dice que quiere que seamos sacerdotes y que vivamos apartados del pecado, ser santos así como Él lo es. ¿Cómo fue establecido este pacto? Dios promete pacto con Abraham, con Isaac y con Jacob en el cual les habló, diciendo que su descendencia sería como el polvo de la tierra, y se extenderían al occidente, al oriente, al norte y al sur y además todas las familias de la tierra serían bendecidas a causa de su simiente. Pero, el pueblo de Israel se olvida del pacto y lo rompe. ¿Por qué? ¿Qué ocurrió para que rompieran su pacto con el Señor? Veamos lo que nos cuenta la historia: “Y me dijo Jehová: Levántate, desciende pronto de aquí, porque tu pueblo que sacaste de Egipto se ha corrompido; pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho una imagen de fundición” (Deuteronomio 9:12 RVR1960). Rompieron el pacto antes de estar completo, si el pacto estuviera basado en obras y justicia estricta ya no estuviéramos aquí siendo esas familias bendecidas que se le prometieron a Abraham. Entonces nace un nuevo pacto basado en el amor, la gracia y la fe. Es a través de nuestro Señor Jesucristo que la ley no es más poderosa que la gracia que Jesús nos mostró. Porque Dios es misericordioso con cada uno de nosotros, por eso no debemos de juzgar a nadie; no nos corresponde, porque Dios es justo y misericordioso.

¿Cómo pudo un Dios justo, bajo el pacto del Éxodo, ser tan misericordioso y perdonar tan libremente? Él miraba adelante, hacia la llegada de su Hijo y el sacrificio que repara todo el daño hecho al honor de Dios a través de la desobediencia de Israel. No podría haber pacto con Abraham, ni pacto con Moisés, ni nuevo pacto sin la llegada de Jesucristo. Lo que fue dado libremente bajo Moisés fue pagado por Jesús mismo.