Un viaje a través de Lucas y HechosMuestra

Durante el primer siglo, la mayoría de las personas alrededor del Mediterráneo vivían en ciudades densamente pobladas, todas gobernadas por el Imperio romano. Cada ciudad era una mezcla de diversas culturas, etnias y religiones. Por esta razón, había todo tipo de templos para ofrecer sacrificios a todo tipo de dioses, y cada persona tenía diferentes dioses a quienes daban su lealtad. Sin embargo, en cada ciudad también se podían encontrar grupos minoritarios que no adoraban a estos dioses. Los israelitas, también conocidos como judíos, afirmaban que había un solo Dios verdadero y le adoraban solo a él.

Todas estas ciudades estaban unidas por una red de carreteras construidas por el Imperio romano, por lo que era fácil trasladarse para hacer negocios y divulgar nuevas ideas. El apóstol Pablo pasó la segunda parte de su vida viajando por estos caminos, anunciando que el Dios de Israel había nombrado a un nuevo Rey de las naciones; uno que no gobernó con fuerza y agresión, sino con sacrificio propio y amor. Pablo sirvió como mensajero de estas buenas nuevas cuando invitaba a todas las personas a vivir bajo el gobierno de amor del Rey Jesús.

La tercera parte de Hechos trata sobre historias de los viajes de Pablo y cómo las personas recibieron su mensaje. En esta sección, Lucas nos muestra cómo Pablo y sus compañeros salieron de su base, la ciudad de Antioquía, y llegaron a ciudades estratégicas por todo el imperio. En cada ciudad, la costumbre de Pablo era ir primero a la sinagoga judía para mostrar a su pueblo cómo Jesús era el Mesías prometido de la Biblia hebrea. Algunos creyeron en su mensaje y comenzaron a vivir según el reinado de Jesús, pero otros se opusieron al mensaje de Pablo. Algunos judíos sintieron celos y lanzaron falsas acusaciones a los discípulos, mientras que algunas personas no judías sintieron que su forma de vida romana era amenazada y expulsaron a los discípulos. Sin embargo, la oposición nunca detuvo al movimiento de Jesús. De hecho, la persecución realmente logró impulsarlo a nuevas ciudades. Llenos de gozo y del Espíritu Santo, los discípulos siguieron adelante.