Un viaje a través de Lucas y HechosMuestra

Los líderes del templo no podían ejecutar a Jesús sin el permiso del gobernador romano, Poncio Pilato. Así que inventaron un cargo que decía que Jesús era un rey rebelde que estaba provocando una revolución contra el emperador romano. Pilato le preguntó a Jesús: "¿Eres el Rey de los Judíos?". Y Jesús respondió: "Tú eres el que lo dice". Pilato se dio cuenta de que Jesús era un hombre inocente y no merecía la muerte, pero los líderes religiosos seguían insistiendo en que era peligroso. Así que, después de que Jesús fuera enviado a Herodes y devuelto a Pilato golpeado y ensangrentado, negociaron un plan terrible. Pilato liberaría a un verdadero rebelde que se oponía a Roma, un hombre llamado Barrabás, en lugar de Jesús. Se entregó al inocente en lugar del culpable.

Jesús fue trasladado junto con otros dos criminales sentenciados y clavado a un artefacto de ejecución romano. Lo convirtieron en un espectáculo. La gente subastaba su ropa y se burlaba de él diciendo: "Si eres el Rey mesiánico, sálvate a ti mismo". Pero Jesús amó a sus enemigos hasta el final. Pidió perdón por sus verdugos y dio esperanza a uno de los criminales que murió a su lado diciendo: "Hoy estarás conmigo en el paraíso".

El cielo se oscureció de repente, el velo del templo se rasgó en dos partes y Jesús clamó a Dios con su último suspiro: "En tus manos encomiendo mi espíritu". Un centurión romano fue testigo de todo esto y dijo: "Ciertamente este hombre era inocente".