Un viaje a través de Lucas y HechosMuestra

En esta sección de Lucas, Jesús llegó al final de su largo viaje a Jerusalén. Lo hizo montado en un burro a través el Monte de los Olivos hacia la ciudad. En su camino, grandes multitudes le dieron la bienvenida con una entrada real mientras cantaban:"Alabado sea el Rey que viene en el nombre del Señor". Las multitudes recordaron que los antiguos profetas de Israel prometieron que un día Dios mismo llegaría para rescatar a su pueblo y gobernar el mundo. El profeta Zacarías habló de la llegada de un Rey que entraría a Jerusalén en un burro para traer justicia y paz. Las multitudes cantaban porque reconocían que Jesús estaba despertando todas estas esperanzas.

Pero no todos estaban de acuerdo. Los líderes religiosos veían el reinado de Jesús como una amenaza a su poder y buscaron la manera de entregarlo a las autoridades de gobierno. Jesús sabía lo que iba a pasar. Sabía que Israel no lo iba a aceptar como Rey y que su rechazo los llevaría por un camino destructivo que terminaría en la ruina. Se le rompe el corazón. Y... eso lo irrita. Apenas entró a Jerusalén, caminó hacia los patios del templo y expulsó a los cambistas, interrumpiendo todo el sistema de sacrificios. Se paró en el centro del patio y protestó contra ellos diciendo: "Se supone que este es un lugar de oración, pero lo han convertido en una guarida de ladrones". Entonces citó al profeta Jeremías, quien se paró en ese mismo lugar, el centro del poder religioso y político de Israel, y ofreció la misma crítica a los antiguos líderes de Israel.

Los líderes religiosos entendieron la finalidad de la protesta de Jesús, pero no aprendieron de ella. Y justo como los antiguos líderes de Israel conspiraron contra Jeremías, ellos también buscaron acabar con Jesús. Para narrar el comportamiento de los líderes de Israel, Jesús relata una parábola sobre un propietario que alquila su viñedo mientras viaja. El dueño envió mensajeros a su viñedo para obtener noticias respecto a los frutos del mismo, pero los inquilinos golpearon a los mensajeros y los despidieron sin darles nada. Así que el propietario envió a su propio hijo al viñedo con la esperanza de que a él le tuvieran más respeto, pero los inquilinos lo vieron como una oportunidad para robar el viñedo deshaciéndose del heredero. Echaron al amado hijo del dueño y lo mataron. En esta historia, Jesús compara a los arrendatarios corruptos de la viña con los líderes religiosos de Israel que rechazan sistemáticamente a todos los profetas que Dios envía y que ahora se preparan para matar al hijo amado de Dios. Jesús dejó en claro que los líderes religiosos estaban repitiendo los errores de sus padres y que sus ambiciones de obtener más poder solo los llevarían a su propia destrucción.