Tu Historia De FeMuestra

Este texto de los capítulos expande sobre uno de los aspectos más importantes y únicos del Cristianismo. La humanidad y compasión de Jesús-un Salvador que podía empatizar completamente nuestras tentaciones y defectos.  La lógica y experiencia humana nos dice que podemos elegir una de las dos: o un Dios perfecto y poderoso, o un Dios bueno, amable y misericordioso. Como parte de su maravilloso plan, Él, le permitió a su hijo Jesús, convertirse en completamente humano. Jesús padeció cada una de las cosas que sufre un humano: dolor, tristeza, tentación y muerte.  Sin embargo, aun si Jesús sufrió también cada una de las cosas que nosotros sufrimos, él venció estas experiencias terrenales, para que nosotros también logremos obtener la victoria sobre ellas. 

El versículo 16 del capítulo 4 nos dice que podemos ir ante el trono de la gracia con confianza porque recibiremos gracia y misericordia. Para los cristianos de esta época, acercarse ante el trono puede parecer ser algo lo suficientemente simple, pero recordemos que, bajo el viejo pacto, para los Hebreos, (que hasta ahora esto era todo lo que conocían), nadie podía entrar ante el trono de Dios, y ciertamente no era considerado un trono de gracia. 

El capítulo 5 de hebreos nos explica más abundantemente lo que los capítulos anteriores nos habían enseñado:  que, bajo el viejo pacto, solo a un sacerdote, se le permitía entrar ante el trono de Dios, y más aún, la expectativa era encontrarse con un Dios soberano, poderoso, y de alguna manera aterrorizante.  Ellos no habían comprendido todavía completamente el regalo que Jesús les había dado (como a nosotros) en la cruz. El regalo lleno de perdón. No uno por cada uno de nuestros pecados, sino para siempre, para que estemos seguros que cuando entremos ante el trono de Dios, hoy y por siempre, este es un lugar donde encontraremos gracia y misericordia. 

¿Y quienes necesitan gracia y misericordia? ¡Los pecadores! Esto también es importante comprender. Dios no solo está buscando que se acerquen personas perfectas y sin manchas.  Él envió a su hijo a la tierra, para que caminara con los cobradores de impuestos y prostitutas, porque Él quiere que comprendamos que no importa lo que hayamos hecho, aun así, Él quiere que nos presentemos ante Él. Si el trono de Dios sólo fuera para los “perfectos”, entonces no necesitaríamos encontrar misericordia y gracia ahí. 

Al igual que muchos de nosotros, los Hebreos pudieron perder tanto simplemente porque tenían miedo de recibir un juicio sin misericordia.   Otros no estaban al corriente de que la Palabra de Dios dice que Jesús comprende la naturaleza humana. Aun así, Él no nos juzga por la manera en que somos tentados. En vez de eso, Él nos trata con paciencia una y otra vez. 

Él es nuestra fuente de salvación eterna. Contrariamente al viejo pacto, donde los sacerdotes se limitaban a pedirle a Dios por los pecados del pueblo, día tras día, y un pecado a la vez; el poder de Jesús como hijo de Dios y con la autoridad sobre todo sacerdote hizo que Él fuese nuestra fuente eterna. Eso significa que no habrá nunca un día donde Jesús no sea suficiente, o donde nuestro pecado sea demasiado grande. No tenemos que huir de  Dios o  terminar nuestra relación con Él cuando pecamos.  No importa que tan grande sea nuestra trasgresión, Su salvación es suficiente. Su gracia y misericordia son eternas e infinitas. Entonces, como nos dice el versículo, ¡entremos con confianza ante su trono de gracia!

Hoy, mientras meditas en estos versículos, pregúntate: 

¿Veo al trono de Dios como un lugar de misericordia y gracia?  O, ¿he sentido miedo de acercarme cuando estoy siendo tentado o en necesidad?

¿Cómo comprender que Jesús es la fuente eterna de salvación cambia la manera en que veo al pecado? ¿ Cómo esto puede cambiar mi relación con Dios?

¿Cómo puedo crear el hábito de ir ante el trono de la gracia cada vez que lo necesite y no solo de vez en cuando?