Recuperándose de una decepciónMuestra

Hay un viejo proverbio anónimo que habla de un hombre que ha caído en un pozo y no ve la salida. Clama por ayuda, y al final pasa un hombre accidentado y, al oír su súplica, antes de seguir su camino, le dice que necesita agarrarse de los tirantes y encontrar una salida por su cuenta.

Un hombre santo pasa y escucha el grito desesperado del hombre en el pozo. Le dice que va a orar por él para que encuentre la salida y luego sigue su camino. Finalmente, un hombre común pasa por ahí y ve al primer hombre y su situación. Escucha la petición de ayuda del hombre. Luego, sin previo aviso, el hombre común salta al hoyo con el primer hombre. "¿Por qué hiciste eso?", el hombre en el pozo pregunta. El hombre común y corriente responde: "Porque he estado en este agujero antes, y conozco la salida".

Jesucristo es como ese hombre. Según la Biblia, Jesús es el Hijo del Dios Viviente, pero también es Dios mismo. Sin embargo, en Juan 1:14, descubrimos que este Hijo de Dios descendió a la Tierra y se hizo hombre y vivió entre los humanos. Se "vació" de lo divino y asumió la mortalidad de los humanos, para incluir la frustración de la tentación y la angustia de la muerte misma.

¿Por qué?

Así tendríamos un verdadero Abogado intercediendo por nosotros para siempre, Uno que entiende completamente lo que pasamos y Uno que conoce la salida.

Así que, si sientes que has caído en un hoyo, y no veas la salida, anímate ya que hay un Abogado intercediendo en tu nombre que sabe exactamente por lo que estás pasando, comprometido a ayudarte a salir de ese hoyo.