Romanos: Teología Para Todos (6-11)Muestra

Estuve presente cuando mi esposa Grace dio a luz a cada uno de nuestros cinco hijos. Como todas las mujeres, todo su embarazo implicó mucho dolor e incomodidad. Cuanto más crecía cada niño, más difícil era respirar, dormir y realizar actividades normales. Su nivel de energía a menudo era bajo y su nivel de dolor era alto. Cuanto más nos acercábamos al parto, más intensos y frecuentes se volvían todos los dolores y problemas. Todo culminó con el nacimiento de cada hijo, y luego se recuperó cuando comenzó una nueva vida.

Pablo usa esta analogía para explicar nuestra vida presente. Esta vida es como un parto. Es un desastre doloroso, terrible y constante que solo empeora antes de mejorar. No solo nosotros, sino toda la creación, estamos sujetos a la maldición de la caída y estamos presionando y gimiendo para que nazca el nuevo mundo y nuestra nueva vida. Afortunadamente, tenemos al Espíritu Santo con nosotros en todo momento para que podamos acceder a Su poder divino para proveer para nuestras necesidades.

Pablo concluye esta unidad de pensamiento con uno de los resúmenes de salvación más concisos y significativos de toda la Escritura. Él nos está asegurando que el proceso en el que nos encontramos vale la pena y que Dios será bueno para cumplir todas sus promesas a todo su pueblo. Aquí están esas palabras definidas:

1. Conoció de antemano – Dios conocía toda la historia de antemano, incluido su plan para ti.

2. Predestinado para ser conformado – Dios eligió de antemano tu destino para ser salvo y llegar a ser cada vez más como Su Hijo.

3. Llamado – Dios te buscó y te llamó de la muerte espiritual a la vida, al igual que Jesús que llamó por su nombre al difunto Lázaro para que saliera de la tumba.

4. Justificado – Dios te ha declarado legalmente justo a sus ojos por la gracia de Jesucristo y mediante la fe en él.

5. Glorificado – Dios te ve como serás -completamente sanado y redimido en la eternidad- una vez que haya terminado de obrar para hacerte en semejanza a Su Hijo Jesucristo, como uno de Sus “hijos” adoptivos.

La gran idea es que el plan de Dios para tu vida comenzó en la eternidad pasada y continúa en la eternidad futura. La fe es confiar en que Él no fallará, y permanecer firme y lleno del Espíritu en medio de Su plan mientras atravesamos el dolor en nuestro camino hacia el Paraíso.

Reflexión:

1. ¿En qué áreas de tu vida es más frustrante en este momento el dolor de la caída y la maldición (por ejemplo: salud física o mental, un ser querido está enfermo o muriendo, las cosas simplemente siguen rompiéndose y desmoronándose, etc.)?

2. ¿Cómo puedes recibir al Espíritu Santo para que te ayude a procesar y superar tus dolores y problemas (por ejemplo: tiempo en oración, adoración, Escritura, hablar con consejeros sabios, etc.)?

3. ¿Qué es lo que más anhelas cuando seas completamente glorificado, sanado y entregado en la presencia de Jesús una vez y para siempre?