Antiguo Testamento con Fermín IVMuestra

Mientras David se aleja de Jerusalén para evitar una confrontación dentro de la ciudad con su propio hijo, suceden muchas situaciones que revelan lo egoísta del comportamiento del hombre. Pareciera que todos están buscando lo suyo.

Desde Siba, el siervo de Mefiboset le da un reporte falso a David para quedarse con todo lo que le pertenecía a su amo. Vemos a Simei gritando y maldiciendo a David, con acusaciones falsas; a Ahitofel traicionando a David, quedándose con Absalón. Y cuando ve que su consejo no es tomado en cuenta, simplemente se va a casa y se suicida. Absalón sólo oye lo que quiere oír. Cuando escucha el plan de Husai, que describe hasta la manera en que sacaran a David de la ciudad donde lo encuentren, éste pareciera más una revancha personal. Y es tanta la soberbia de Absalón que su vanidad es lo que lo hace quedar atorado de un árbol por su cabello. También Joab no hace lo que sabe que David quiere, sino que arremete y mata a Absalón. Hasta el mismo David, al enterarse de la muerte de su hijo, llora amargamente y dice: Ojalá hubiera muerto yo en su lugar.

Todos ven por lo suyo. Y muchas veces, ver sólo por lo nuestro nos lleva a la trampa de creer que siempre lo podemos obtener sin considerar el costo, el dolor y sufrimiento que recibimos e infligimos a otros, sólo por nuestro egoísmo.

Jesús, en contraste, vivió una vida desinteresada y entregada; humildemente se humilló para dar su vida por nosotros. Que sea Jesús nuestro ejemplo. Pero si notamos comportamientos como el de todos los que están en la porción de hoy, arrepintámonos y vengamos al Señor. Él puede limpiarnos y transformarnos.