[Grandes Versos] Comunión y amor: Un estilo de vida del creyenteMuestra

El amor nunca deja de ser

Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser.

El amor nunca termina. Nunca se rinde a una persona. Nunca deja de amar.

El amor verdadero tiene poder duradero. Tiene la tenacidad de un bulldog. Sigue hasta el fin de los tiempos.

El amor no se rinde cuando la otra persona se aparta de ti. No se rinde si la otra persona es cruel contigo o insensible con respecto a ti. Ni siquiera cesa cuando la otra persona te traiciona.

El amigo sigue amando al amigo poco confiable. La madre sigue amando al hijo descarriado. El marido sigue amando a la esposa infiel.

Es sorprendente cuánto enfatiza este capítulo clásico de la Biblia en el amor, 1 Corintios 13, pone esta perspectiva. «El amor soporta todas las cosas, cree en todas las cosas, espera todas las cosas, soporta todas las cosas. El amor nunca termina» (1 Corintios 13:7–8a).

El resto de 1 Corintios 13 enfatiza cuán temporales son otras cosas. Entonces concluye: «Así que ahora la fe, la esperanza y el amor permanecen, estos tres; pero el más grande de ellos es el amor» (1 Corintios 13:13).

Este tipo de amor perdurable se ve en el amor de padre del hijo pródigo en Lucas 15. El hijo insulta al padre y se va, pero el padre sigue amando al hijo. Cada día se encuentra mirando el camino, con la esperanza de que su hijo algún día regresará. Y cuando ese día finalmente llega, el padre siempre amoroso y lleno de gracia corre por el camino hacia su hijo, dándole un aluvión de besos, un abrazo tierno y un hogar de bienvenida sin restricciones. El amor nunca se detiene.

La historia de Jesús sobre el padre del hijo pródigo es una imagen del corazón de Dios para nosotros, el corazón de Dios para ti. Si amamos la forma en que Dios ama, entonces nuestro amor no dependerá de que la otra persona nos ame de nuevo. No estará supeditado a que la otra persona merezca nuestro amor. Irá a personas que no merecen ser amadas, como nosotros, que somos amadas ferozmente por Dios, aunque no lo merezcamos.

El amor nunca termina.