Aprendiendo a pensar sobrenaturalmente Muestra

“Mas nosotros tenemos la mente de Cristo”. 1 Corintios 2:16b

Como creyentes somos llamados a pensar sobrenaturalmente, vale decir, pensar con la mente de Cristo, lo cual equivale a desarrollar una mentalidad bíblica, una perspectiva teológica de la vida y la realidad, vale decir, una mentalidad regida por principios Escriturales. Pero para pensar como Cristo, el creyente necesita renovar la mente (Romanos 12:2), y comenzar a romper los paradigmas de hombre natural que el creyente arrastra de la cultura del mundo. 

¿Qué es un paradigma?

Un paradigma es una estructura mental o marco de referencia, que tiende a hacerse rígida. El paradigma nos limita a su marco; vemos la vida por nuestros paradigmas. Actuamos no en concordancia con la realidad, sino con nuestra percepción y nuestros aprendizajes (paradigmas) de ella.

Ahora, nuestros paradigmas por sí mismos son incompletos, pues representan sólo una visión o ángulo de cómo es la realidad, pero no la realidad total. Lo cierto es que no poseemos toda la información, además tenemos ideas predefinidas y prejuicios.; a diferencia de Dios, cuya mente es infinita, y lo abarca todo, además de tener una sabiduría infinita. 

Por otra parte, nuestros viejos paradigmas, antes de conocer a Cristo, pueden actuar como limitantes de nuestro marco perceptual porque se constituyen en anclas que frenan la asimilación y aceptación de los principios del reino de Dios. Así nuestros paradigmas de hombre natural pueden convertirse en prisiones, refugios (fortalezas - 2 Corintios 10:4-5 ), que nos aprisionan y pueden hacernos incapaces de adaptarnos a las demandas del reino de Dios. 

Nuestros paradigmas por definición son limitados, y las oportunidades de Dios para nuestra vida, muchas veces están precisamente en los límites de nuestros paradigmas. Cabe preguntarse: ¿Cuáles son los límites de nuestro modelo o mapa? Puede que nuestros paradigmas limiten nuestra vida de fe y la forma cómo enfrentamos la vida espiritual. Por eso el creyente necesita cambiar su forma de pensar heredada de la cultura del mundo, para acceder a las promesas y bendiciones de Dios, para funcionar de manera más efectiva según las leyes del reino de Dios.