El crecimiento es esencial en la vida espiritualMuestra
Crecer es un proceso
El crecimiento es inherente a la vida misma. No crecer se vuelve patológico. El estancamiento deteriora la vida espiritual, quita la vitalidad espiritual, hace al creyente estéril. El crecimiento no es opcional, es un asunto vital. Cuando no se crece espiritualmente es porque hay una condición de enfermedad en el creyente, que impiden el crecimiento, tal vez heridas del alma: culpa, miedo, sensación de rechazo, rencores por falta de otorgar perdón, etcétera. Cuando se deja de crecer el creyente se convierte en un pantano o pozo estancado, pero Dios ha llamado al creyente para ser un río que corre.
La vida cristiana normal se expresa en crecimiento a través de un proceso
Cada creyente entra al mundo como una nueva criatura recién nacida. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2da. Corintios 5:17). Al nacer en Cristo somos como bebes espirituales, pero de los bebés se espera que crezcan. La perfección espiritual, el crecimiento espiritual no es como un árbol frondoso lleno de frutos que se injerta en su vida, es más bien como una semilla, perfecta en la riqueza que encierra, con todo el potencial de fertilidad en ella; en germen posee toda la capacidad de dar frutos grandes y jugosos, pero necesita pasar por un proceso de crecimiento hasta la madurez. Y así como la vida contenida en la semilla necesita ser atendida y provista de abono, agua y sol, y otras condiciones más, para que pueda desarrollarse, así ocurre en la vida espiritual. Requiere de lectura y meditación de la palabra de Dios, oración, servicio cristiano, etc.
Los creyentes cristianos nacemos como bebés espirituales, pero con el potencial para crecer como creyentes maduros. En lo natural esa vida que nace como bebé requiere de los cuidados y alimentación de los padres para que se dé el crecimiento. Pero se espera que ese bebé crezca y se desarrolle y se pueda alimentar por sí mismo, y algún día deje las cosas de bebés y adopte las cosas de adulto. Así los creyentes cristianos cuando nacen en Cristo son como bebés espirituales, pero se espera que crezcan y maduren. Al nacer, esa nueva vida en Cristo posee en germen todo el potencial de vida que hay en Cristo. El creyente recibe como la semilla todo el potencial para desplegar la calidad y riqueza de vida que hay en Cristo (amor, fe, verdad, justicia, sabiduría, poder, mansedumbre, dominio propio, santidad, etc.); pero el creyente puede permitir y trabajar para que esa vida se expanda, o puede ahogar y sofocar esa vida. Hay creyentes que se apegan a la vida de niño; no quieren crecer y asumir responsabilidad y compromiso por esa nueva vida.
Escrituras
Acerca de este Plan
El crecimiento espiritual no es automático. Requiere compromiso intencional. El creyente necesita desear crecer, decidir crecer, hacer un esfuerzo para crecer y persistir en el crecimiento. Si no está comprometido con llegar a ser la persona que Dios le ha llamado a ser, no habrá crecimiento en su vida. Dios pone a disposición del creyente los medios para el crecimiento espiritual, pero la persona debe resolverse a crecer.
More
Nos gustaría agradecer a Arnoldo Arana por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://vidaefectiva.com/